Voie Georges-Pompidou, 24 julio 2010. Foto JPQ.
El verano llega a París por el puente de Apollinaire y Paul Celan.
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José Martinez Ruiz, Azorín, cubrió el atentado terrorista contra Alfonso XIII, en París (ABC, 1 junio 1905), con sombrero, corbata y traje oscuro. Y midió con su paraguas la profundidad de la bomba que estalló ante las ruedas del coche real.
No se si Azorín y sus colegas podrían comprender que el gran acontecimiento de la temporada veraniega parisina se cubra en camisetas de colores, pantalón muy cortito y sandalias (que no siempre son de plástico), la indumentaria muy mayoritaria entre los colegas que seguimos la española que más manda en París, desde Eugenia de Montijo (la última emperatriz francesa, granadina de nacimiento, esposa de un casquivano Napoleón III), otra andaluza, nacida en la provincia de Cádiz, Anne Hidalgo, que ha inaugurado la nueva edición de Paris plage (París playa), con varios copetines de champagne y agua mineral.
Para Azorín y sus colegas, imaginar a una señora o señorita duchándose, más o menos desnuda, era cosa de mucha imaginación porno soft (sicalíptica, decían las revistas de la época). En la nueva edición de Paris playa, Anne Hidalgo ha insistido en el éxito de las duchas públicas en las últimas ediciones de un festejo que se ha transformado en fenómeno de sociedad.
¿En qué consiste París playa? Algo muy sencillo. Se liberan los muelles y orillas del Sena del tráfico automovilístico. Cosa hecha, con éxito. Se convierten esos muelles y orillas del río en espacios de ocio y recreo. Y se traen 5.000 toneladas de arena de playa de mar genuina, que se esparcen a lo largo de 3.000 o 4.000 metros… transformando esas orillas del Sena en playa parisina, entre finales de julio y finales de agosto.
La cosa tiene mucho éxito, desde hace años. ¿Qué hacer en París playa? De todo, menos bañarse. Se toma el sol, se liga, se juega a cosas no siempre infantiles, se siguen cursos de danza (de lo clasicote a locuras más o menos modernas), se escuchan conciertos de todo tipo de músicas, se pasea a pie o en bicicleta (propia o de alquiler). Y la cosa funciona, a muchos niveles.
Padres y madres desembarcan con niños y bocatas a pasar el día. Solteros y solteras llegan en bañadores de una, dos o varias piezas: y aprovechan la solanera local para dormir, leer o intentar ligar, tumbados al sol parisino, que no siempre calienta saharianamente. De tiempo en tiempo, puede tomarse una ducha, más o menos vestido o desvestido (a), que de todo hay en la viña del Señor: señoras y señoritas musulmanas llegan a ducharse, ocasionalmente, muy bien vestidas, claro está, de arriba abajo, sin quitar sus incontables velos coquetoreligiosos.
A la caída de la tarde, padres y madres esperan volver a casa para descansar de una durísima jornada de playa urbana. Solteros y solteras pueden seguir solos y a su aire, si no han encontrado una pareja con la que terminar el día o la noche. Los turistas regresan a sus hoteles. La noche parisina tiene muchos otros atractivos. Pero esa es ya otra historia. Que también sorprendería a Azorín y a sus viejos colegas, en sus viejos cacharros.
- París by night… Recuerdo aquella noche de la música…
- Recuerdo de April In Paris y el bebop, huyendo de la horda turística.
- París / Les Halles… pop rock mestizo.
- Pop rock californiano para animar un barrio bobo parisino.
- Noche de la música… The game is over.
- Metamorfosis de los muelles / orillas del Sena de Proust / Seurat.
- Zonas peatonales en los muelles del Sena.
- París y Fotografía en este Infierno.
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