El sexo es un arma política devastadora.
ParisMatch, 3 septiembre 2014.
Bomba política y sentimental, muy rojo pasión devoradora. Valérie Trierweiler, ex de François Hollande, lanza este jueves un libro donde cuenta por lo menudo su historia de amor, y la llegada, instalación y vida diaria, en el Elíseo, de una pareja de ambiciosos finalmente destruida por la infidelidad amorosa y las sirenas del poder supremo, corrompiendo cualquier rastro de “humanidad”.
El semanario Paris Match consagra su portada a esa historia, publicando varios fragmentos del libro, titulado Merci pour ce moment (Gracias por ese momento), cuya primera edición será de 200.000 ejemplares, una tirada excepcional, incluso entre los libros que aspiran a convertirse en best-sellers.
A lo largo de unas 300 páginas, Trierweiler cuenta el nacimiento del amor, su apogeo y declive, hasta la ruptura final, cuando el semanario Closer publicó, el 13 de enero pasado, las fotos de una nueva amante de Hollande, Julie Gayet, precipitando una ruptura que ponía fin a la aventura común de dos ambiciosos unidos temporalmente en el lecho de las traiciones conyugales.
A juzgar por las primera filtraciones de la editorial que publica el libro, Trierweiler es muy prolija en las etapas más “glamour” de su relación con Hollande. Y mucho más parca en etapas sin duda esenciales de esa relación, que terminó convirtiendo el Elíseo, la residencia oficial del jefe del Estado, en escenario de un vodevil atroz, para ella.
Hollande y Trierweiler se convirtieron en amantes el 2005. Hacía diez años que ella estaba casada con Denis Trierweiler, el padre de sus hijos. Hollande, por su parte, vivía con Ségolène Royal, madre de sus cuatro hijos, actual ministra de la Economía, desde los años 80 del siglo pasado.
Trierweiler da pocos detalles de esa relación clandestina entre el 2005 y 2010, cuando Hollande y ella deciden “confirmar” un “rumor” que circulaba desde tres años antes. Entre 2010 y 2011, Trierweiler fue, al mismo tiempo, la amante y la primera consejera política de un candidato a la presidencia de la República. La conquista del Elíseo, ocupado por Nicolas Sarkozy, entre 2007 y 2012, fue una aventura común: dos ambiciosos unidos en un lecho de amor que ambos aspiraban a instalar en los palacios de la República.
Los mejores analistas han calificado a Trierweiler de “Rastignac con faldas”. En la mitología cultural francesa, Rastignac, el legendario personaje de Balzac, es la encarnación canónica del ambicioso sin escrúpulos.
“Rastignac con faldas”, instalada, al fin, en el Elíseo, Trierweiler comienza su relato con “delicados” tonos rosa bombón… el amor, la pasión, la “confianza”, la “admiración”, la “complicidad”, con un hombre político que también era un “killer”. Un “asesino”, en el sentido menos metafórico del término. Un personaje con pocos escrúpulos, decidido a liquidar al arma blanca a cualquiera que se ponga en su camino.
“Reina ofendida”, en el mejor tono de la alta comedia, Trierweiler comienza su bajada personal a los infiernos del poder cuando comienza a gustar el sabor frío y podrido del veneno que comenzó a beber durante las más selectas recepciones, cuando alguien sonreía, hipócrita, a su lado, dejando caer los siempre últimos e inquietantes rumores sobre la “volatilidad del amor” de un presidente que comenzó a ausentarse del lecho conyugal, distraído con muy distintos quehaceres, diplomáticos, políticos y carnales, en brazos de otra mujer.
No sin cierta pudibundez hipócrita, Paris Match deja caer: “Por vez primera, una primera dama cuenta por lo menudo nueve años de una relación minada por los celos y el poder. La periodista política creía conocer los arcanos de unos medios políticos implacables. Una mujer enamorada, apasionada, posesiva, loca por un hombre al que admira, un hombre que la hace reír deliciosamente. Una historia de amor y desesperación”.
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