TheScotsman, 19 septiembre 2014.
Los escoceses no resolverán los problemas europeos ni los problemas catalanes, españoles.
BBC, 19 septiembre 2014.
Gane quien gane, Europa ya es víctima de una incertidumbre que se anuncia grave y dolorosa.
“Si gana el No, el gobierno central y los detractores del soberanismo respirarán aliviados. Salmond ha prometido que, en ese caso, no se volverá a plantear de nuevo la independencia hasta dentro de una generación o, incluso, puede que de forma indefinida. Por tanto, con Escocia fuera de escena (combinado con un bloque quebequés en horas bajas y el fuerte rechazo existente a los separatismos de Crimea y otras zonas de Europa oriental), el ‘procés’ quedaría más solo, perdiendo empuje interno y visibilidad exterior. No obstante, es evidente que incluso en esas circunstancias, los líderes nacionalistas catalanes tratarán de seguir subrayando su potentísima narrativa del “derecho a decidir”. Desde septiembre de 2012, cuando las circunstancias se aliaron en el proceso soberanista para hacer coincidir su arranque con el Acuerdo de Edimburgo en el que Cameron permitía el referéndum, desde la Generalitat no se ha dejado de subrayar el supuesto contraste entre un Londres demócrata y respetuoso con la plurinacionalidad y un Madrid rígido y legalista. Es decir, el relato que intentaría proyectar el catalanismo no sería de fracaso (aunque objetivamente así fuera en gran medida) sino de reivindicación del precedente de haber votado…” Escocia antes de votar: un referente contradictorio.
¿Qué hacer?
Un país dividido al 51 / 49, o el 53 / 47 %, tanto da, es un país difícil de gobernar, falto de un tejido social razonablemente unido para afrontar en común los más graves problemas de cada día.
Un país dividido en 17 comunidades autónomas, donde la fragmentación social es muy alta, tiene un grave handicap para modernizarse y prosperar.
Los catalanes votaron hace apenas dos años. Confirmaron entonces una fragmentación social, política y cultural considerable: Artur Mas ha hecho mucho daño a la causa de la independencia de Cataluña, e incrementado deuda y pobreza. Dos años más tarde, aquella fragmentación se ha agravado: Los catalanes y la fragmentación política de Cataluña.
Quizá lo razonable fuese que alguien dialogase con alguien, en Barcelona (los políticos catalanes, entre ellos) y Madrid (los políticos españoles, entre ellos). Ilusión piadosa, me temo.
España no es el Reino Unido. Y Escocia no es Cataluña. La tradición carpetovetónica es muy otra: El Duelo a garrotazos, matriz política y cultural de las Españas.
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