Los gallineros patrióticos piden sangre.
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Solo una consulta local (municipal, regional o nacional) permitirá responder con deseable precisión a las dudas, rechazo, fragmentación o cohesión de sectores sociales significativos, evitando el riesgo de una agravación de la angustia social que han suscitado interminables duelos a garrotazos institucionales, cuya repetición ya fue factor de la grave fragmentación cívica que pudo acelerar el crecimiento del sentimiento independentista catalán entre 2010 y 2013.
El 25 de noviembre 2012, los catalanes respondieron a la consulta de unas elecciones cuyo resultado dejó al descubierto una grave fragmentación. Los catalanes y la fragmentación política de Cataluña.
Dos meses más tarde, tras aquella consulta popular, los partidos que gobernaban Cataluña a primeros de 2013, proclamándola “sujeto político soberano”, anticipaban con esa proclamación el hipotético resultado de otra consulta (referéndum) que ellos mismos corrían el riesgo de hacer imposible con tal proclama.
Por su parte, los partidos de gobierno estatales (PP y PSOE) se oponían / oponen a la consulta catalana (referéndum), considerándose depositarios únicos de una soberanía popular intangible. Nadie podría oponerse a la consulta popular de unas elecciones anticipadas.
Unos y otros secuestraban la voluntad popular que todos decían encarnar, antes incluso de llegar a conocerla, en su compleja diversidad, como han demostrado todas las elecciones catalanas, vascas y españolas, desde 1978.
Se trata de un secuestro político. La oligarquía ideológica de los partidos secuestra los sentimientos cívicos de la opinión pública, para enzarzarse en un duelo a garrotazos de soberanías enfrentadas, cuyo modelo canónico, decía, ya fue descrito por Galdós en De Cartago a Sagunto (1911).
Galdós describe de este modo el fervor patriótico de los defensores del carácter intangible de la voluntad (estatal) de unas Cortes evidentemente soberanas:
Muchos diputados daban vivas a la Soberanía Nacional, a la Asamblea y a la República.
Salmerón echó el resto de su potente voz con estas frases rotundas: “Se han borrado en este momento todas las diferencias que nos separaban. Borradas estarán hasta tanto que no quede reintegrada esta Cámara en la representación de la Soberanía Nacional…”.
Más adelante, Galdós describe el fervor no menos patriótico (local, regional, autonómico, no menos nacional) de los partidarios de la soberanía de la Asamblea popular de una Cartagena harta del odioso centralismo madrileño, presta a escribir al presidente norteamericano, Ulisses S. Grant, pidiendo el ingreso en los EE. UU. de la ciudad de Cartagena (libre y soberana), para poder beneficiarse de la esperada solidaridad militar de Washington:
¡Viva la República Federal! ¡Viva la Asamblea Soberana!
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En los mismos días me enteré por los amigos de la nueva organización que se había dado a los altos Poderes Cantonalistas. Dimitió el Gobierno Provisional, incorporándose a la Junta Soberana, que se fraccionó en las siguientes Secciones: De Relaciones Cantonales: Presidente Roque Barcia, Secretario Andrés de Salas.
-De Guerra: Presidente General Félix Ferrer, Secretario Antonio de la Calle.
-De Servicios Públicos: Presidente Alberto Araus, Secretario Manuel F. Herrero.
-De Hacienda: Presidente Alfredo Sauvalle, Secretario Gonzalo Osorio.
-De Justicia: Presidente Eduardo Romero Germes, Secretario Andrés Lafuente.
-De Marina: Presidente Brigadier Bartolomé Pozas, Secretario Manuel Cárceles Sabater.
Los cargos de Presidente y Secretario de estas Secciones equivalían a los de Ministro y Subsecretario de los diferentes ramos.
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Se me olvidó decir, para terminar la descripción de aquel Lepanto en zapatillas, que a bordo de la Numancia iba el General Contreras, y en las demás naves del Cantón varios individuos de la Junta Soberana.
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El entusiasmo de Cartagena por el primer choque naval continuó con hervor creciente en los días sucesivos. El 14 de Octubre, la Junta Soberana acordó un plan de combate: luchar hasta vencer o quedarse sin un barco, según la espartana frase de la Gaceta del Cantón… El Duelo a garrotazos, matriz política y cultural de las Españas.
En esas estamos.
Mas, Rajoy, PP, PSOE, Cataluña, España y otros duelos a garrotazos, vistos por Cervantes.
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