Financial Times, 9 noviembre 2014, Catalan leaders hope poll turnout will send independence signal.
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Tras esos antecedentes, la agencia Reuters cuenta el 9-N de este modo, a media tarde del domingo:
Barcelona (Reuters) – Cataluña amaneció vestida de independencia el domingo, cuando centenares de miles de personas desoían la prohibición de la consulta y acudían a improvisados recintos electorales para depositar su voto sobre la autodeterminación en testimoniales urnas de cartón.
Según los primeros datos del Gobierno regional, a la una de la tarde habían votado 1, 14 millones de personas en los 1.317 locales habilitados para el «proceso de participación ciudadana» en toda Cataluña, que se estaba desarrollando con normalidad pese al algún incidente aislado.
Aún conscientes del carácter no vinculante de la iniciativa, los que acudían a votar, muchos de ellos emocionados, lo hacían con convencimiento y la mayoría no dudaba en desvelar el sentido de su respuesta a la doble pregunta: Sí, quiero que «Cataluña sea un estado» y Sí, quiero que «ese estado sea independiente».
«Si no nos entienden, si no nos respetan, es mejor cada cual por su lado. Nos hubiera gustado ser un estado federal pero ya no es posible, nos han pisado demasiado«, explica Angels Costa, una pequeña empresaria de 52 años propietaria de dos tiendas en la capital catalana.
Pese al carácter puramente simbólico de la iniciativa, prohibida en dos formatos distintos por el Tribunal Constitucional a instancias del Gobierno central, muchos defienden la importancia del simbolismo.
«Me hubiera gustado votar en referéndum, pero al menos que se tenga claro que queremos votar», añade Costa tras votar en la Escola Pía, en un barrio burgués de la Ciudad Condal, bajo un cielo encapotado.
Entre los participantes también muchos son conscientes del carácter parcial de una consulta en la que pueden expresarse los 5,4 millones de catalanes mayores de 16 años, y que los proindependentistas considerarían un éxito en caso de superarse la cifra de 1,5 millón de votos.
«Mucha gente que hubiera votado no/no, no va a venir a votar porque está en contra, igual saldrá un 80 ó 90 por ciento de sí/sí, pero no es el reflejo de la realidad«, explica Ana Ibarz, maestra de infantil, voluntaria en el proceso a sus 29 años.
«Yo no voto. Esto no sirve para nada y encima yo estoy en contra, soy catalán pero también español», dice Roberto Ruíz mientras espera vía libre en un semáforo para continuar corriendo por la vía Diagonal, una de las arterias de Barcelona.
EL DERECHO A VOTAR
Independientemente del resultado, que se medirá en porcentaje de participación por la escasa afluencia de los contrarios al proceso, los políticos regionales proconsulta consideran su celebración un éxito democrático y creen que avala el derecho a un próximo proceso legal.
«Nos hemos ganado el derecho a un referéndum definitivo», dijo el presidente catalán, Artur Mas, tras votar rodeado de decenas de simpatizantes que lo vitoreaban y le daban las gracias por impulsar esta iniciativa.
Aunque confirmó que a lo largo de la semana conversará con el mandatario nacional Mariano Rajoy, no quiso desvelar el contenido. Tanto el presidente del Gobierno como el líder catalán e incluso el principal partido de la oposición en el país (PSOE) han abierto la puerta en estos días a dialogar sobre una reforma de la Constitución de 1978 que podría alumbrar eventualmente un estado federal.
El contrapunto lo puso la líder del PP catalán, Alicia Sánchez Camacho, que calificó de «pucherazo antidemocrático», «farsa» y «teatro» la consulta.
La formación nacional Unión Progreso y Democracia (UPyD) pidió la detención de Mas y la retirada de las urnas en una querella en la Ciudad de la Justicia de Cataluña.
«Ladran, luego cabalgamos», dijo Mas al respecto parafraseando El Quijote.
El único incidente violento de la mañana se vivió en Gerona, donde cinco personas fueron detenidas por irrumpir en uno de los centros electorales, increpando a votantes y voluntarios y destrozando una de las urnas, informó la policía autonómica.
LAS DOS ESPAÑAS, LAS DOS CATALUÑAS
Mientras que los catalanes que acudían a votar emocionados expresaban su convicción de que Cataluña algún día será independiente, otros muchos – un 48,5 por ciento, según el último sondeo del Centro de Estudios de Opinión dependiente de la Generalitat – quieren seguir formando parte de España.
«En un mundo que tiende a unirse, es absurdo separarse, yo votaré que no por eso, soy ciudadana del mundo. Me parece que muchos votan sí por hartazgo con Madrid», dice una barrendera de 51 años trabajando junto a uno de los colegios que albergan las urnas.
Explica que su marido y sus dos hijos votarán que sí.
Cataluña, una región industrial que goza de amplia autonomía dentro de un país a cuya economía aporta una quinta parte, ha vivido en los últimos años un auge del independentismo al calor de una profunda recesión económica en España y de unas relaciones cada vez más tensas con el Gobierno Central.
El hervor de las reivindicaciones independentistas de los últimos años tiene su origen en la «afrenta» que supuso que el Tribunal Constitucional tumbase en 2010 gran parte de un ansiado estatuto de autonomía reclamado desde hace décadas por la región y que fue refrendado en 2006 por el parlamento nacional.
Conflictos sobre la identidad lingüística y cultural – el ministro de Educación llegó a decir hace unos meses que quería «españolizar» a los alumnos catalanes – no han ayudado, como tampoco la radicalización del Ejecutivo catalán, que llegó a organizar una jornada sobre las supuestas represión histórica del Estado contra Cataluña.
«En España cada vez nos quieren menos (…) España me ha hecho nacionalista, no hay derecho que en una escuela un niño tenga que hablar por imposición más en castellano que en catalán«, dice antes de depositar su opinión en la urna, Josep Catasus, un anciano de 78 años.
Fuera de Cataluña, algunos menosprecian el proceso mientras el propio Rajoy apelaba el sábado a la «vuelta a la cordura», al tiempo que aseguraba que mientras él gobernase «la soberanía nacional estará a salvo y nadie romperá la unidad de España».
La ruptura entre el gobierno regional y central es de tal magnitud que ha llevado a una alianza en otros tiempos impensable en el parlamento catalán, donde los conservadores de CiU y los independentistas de izquierdas de ERC han coincidido en la promoción de la consulta y en situar el asunto de la independencia como primer punto de sus respectivas agendas.
Si se confirma el que parece será un resultado exitoso para los secesionistas, Mas afrontará presiones para convocar en breve elecciones autonómicas a modo de plebiscito.
No obstante, la posibilidad de que los nacionalistas de Convergència i Unió, actualmente en el poder, y los independentistas de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), a los que los sondeos dan como la fuerza más votada, vayan juntos a unos comicios con la independencia como programa es algo difícil de creer para algunos catalanes.
«Yo esto no lo veo, es muy raro, ¿CiU y Esquerra juntas? Pero si CiU es de derechas, y además nunca ha querido la independencia», dijo Jordi, empleado de una tienda de licores en el centro histórico de Barcelona… Reuters, Cataluña deposita la ilusión independentista en las urnas.
Las negritas son mías.
Buen o mal uso del 9-N catalán.
Conservadores catalanes y electores del PP que participan en el 9-N.
Se mete usted en unos líos, que ya, ya.
Laura,
Temo que lleves razón. Efectivamente, no tengo arreglo. Qué quieres…
Q.-