Lo del cuento chino es cosa de Joan Tapia.
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Que resume el duelo a garrotazos, en curso, de este modo:
… los números son tercos. 2,3 millones de votantes son muchos, pero representan el 37% de los catalanes que ayer podían hacerlo. Sí, un poco más que los 2,1 millones que obtuvieron los cuatro partidos consultistas (CiU, ERC, ICV y la CUP) en las elecciones autonómicas del 2012, pero un porcentaje menor porque el electorado potencial era el domingo (mayores de 16 años e inmigrantes con tarjeta de residencia) de 6,3 millones, frente a los 5,4 millones del censo electoral del 2012. Y el voto independentista se ha quedado en 1,8 millones (100.000 más que la suma de CiU, ERC, la CUP y Solidaritat Catalana per la Independència en las elecciones del 2012), pero un porcentaje menor por el aumento del electorado potencial. El 28% frente al 32,1%.
Cuando vemos los números, el triunfo se tiñe un poco de cuento chino. Según las encuestas, los catalanes que exigían la consulta eran mas del 60% y, en la práctica, han sido un 37%. Y la reciente encuesta del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) concluía que los que tenían un sentimiento independentista ascendían al 49%. A la hora de llevar los sentimientos a la urna, se han quedado en el 28%. Un 28% de independentistas es importante. Hay que tenerlo en cuenta. Pero muy insuficiente para que pregonen que la nueva centralidad y la virtud política solo pasan por el independentismo de Mas o de Junqueras (y que lo patriótico es que hagan una lista única). Bueno, lo sucedido el domingo demuestra que los catalanes tienen horizontes más amplios.
Con estos resultados, el presidente de la Generalitat debe pensar sus siguientes pasos con la cabeza fría. Ya practicó la huida hacia adelante en el 2012 y llevamos dos años colmados de discursos y de pocos frutos. Más le valdría ahora hacer una pausa y repensar lo que le interesa a Catalunya, porque el país con el que sueñan muchos militantes no es el país real, sino solo una parte valiosa, activa y movilizada. Y eso sería más fácil si el Gobierno de Madrid pensara menos en la fiscalía, aceptara que Catalunya es diferente y estuviera dispuesto a sentarse a dialogar y negociar con la Generalitat. Joan Tapia, El Periódico, 11 noviembre 2014, Entre el triunfo y el cuento chino.
Las negritas son mías.
¿Son capaces Rajoy y Mas de “dialogar y negociar”? El griterío de los respectivos gallineros parece sugerir que el público -llamémoslo así- pide sangre. En definitiva, el Duelo a garrotazos sigue siendo la matriz política y cultural de las Españas.
De la Plaza Mayor madrileña -donde se celebraba la quema de herejes, ante un público que también pedía sangre- al castillo de Montjuic barcelonés, donde fue fusilado Lluís Companys, la geografía mítica nos recuerda a toda hora la importancia del “martirio”, el “patriotismo” y la “salvación de la patria” (amenazada, claro está, por las turbas secesionistas, o el imperialismo castellano) en el drama en curso, que también tiene una dimensión coloquial que Toni Batllori resume de este modo:
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La Vanguardia, 12 noviembre 2014.
El 9-N catalán, desde dentro.
Rajoy, Mas, Soraya, Cataluña… entre Navarra y el Duelo a garrotazos.
Mariano Rajoy puede favorecer a los partidarios de la independencia de Cataluña.
Conservadores catalanes y electores del PP que participan en el 9-N.
Buen o mal uso del 9-N catalán.
Primeros balances internacionales del 9-N catalán.
“¿Está España inflando el soufflé Catalán?”
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