Nina Ricci y Laetitia Casta han dado un “salto cualitativo” en la historia de la promoción audiovisual de los perfumes de lujo.
En el principio fue el “glamour”: los tarritos de encantadores perfumes, envueltos en las maravillosas sedas de las cosas inalcanzables, al alcance de quien pagase un precio a la altura del ensueño deseado.
Siguió el “glamour sexy”: las sedas de las cosas inalcanzables permitían otear el prometedor horizonte de la silueta carnal de seres de evidente encantamiento.
Con L’Extase, Nina Ricci y Laetitia Casta van bastante más lejos: el sexy y el más tórrido amor “explícito”, por decirlo con la delicadeza que requiere el caso.
De entrada, la evidencia, L’Extase (El Éxtasis) es una referencia al “éxtasis amoroso”. La última edición del Diccionario de la RAE define el éxtasis como “ un estado del alma caracterizado por cierta unión mística con Dios mediante la contemplación y el amor, y por la suspensión del ejercicio de los sentidos”. El más legendario de los éxtasis místicos es el de Santa Teresa inmortalizada por Bernini. Hay otros éxtasis.
El éxtasis imaginado por los estrategas de Nina Ricci, puesto en escena visual y audiovisual con la ayuda de Laetitia Casta, es un éxtasis mucho más profano. El éxtasis de los fantasmas amorosos de una señora de 37 años (la edad de la actriz), independiente con mucho poder adquisitivo, que se deja llevar por las fragancias lúbricas de un perfume encantador, cuando se cruza con un desconocido de buen porte y sólido poder adquisitivo, en el ascensor de un edificio de “alto standing”.
Ese encuentro fortuito, en la pasajera soledad de un ascensor, desencadena, en unos segundos, el laberinto de emociones sensuales e íntimos fantasmas eróticos de la señora joven perfumada con Éxtasis, durante unos minutos que no son interminables pero comienzan con un osado roce de manos, en el ascensor, para prolongarse con intimidades mucho más tórridas en un lecho iluminado con el albo auroral de una pasión a flor de piel, tocada con la gracia del tal perfume, conduciendo a la usuaria a un éxtasis que pudiera ser místico si el espectador así lo desea.
Se trata de un “escenario” relativamente “clásico” en la historia de la promoción de perfumes y otros lujos consumibles al precio fuerte. Nina Ricci ha deseado contar con la voluptuosa complicidad carnal de Laetitia Casta para dar al guión una dimensión explícita mucho más osada de lo tradicional.
Difundido a horas de gran audiencia en los canales de tv más selectos, el spot publicitario del nuevo perfume de Nina Ricci ha sido saludado como una “osadía feliz” por la prensa femenina (Elle), que también publica un resumen fotográfico del vídeo audiovisual, dirigido a un público de mujeres jóvenes, en la primera madurez, independientes con el poder adquisitivo de las ejecutivas bien instaladas en una vida profesional triunfante.
Laetitia Casta, por su parte, confirma con ese vídeo el nuevo giro de su carrera, muy sensible a la “independencia femenina”. El último gran papel de la actriz, en la tv francesa, ha sido la encarnación de Arletty, una legendaria actriz francesa que tuvo incontables amantes, entre los que destacó un joven y apuesto oficial de la Wermacht, durante la Ocupación nazi (1940 – 1945). Tras la liberación, Arletty fue juzgada y encarcelada (durante cuatro meses) por colaboración con el invasor. De aquel proceso ha quedado una legendaria réplica de “mujer libre”: “Mi corazón es francés pero mi c… es internacional”.
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