“Los nuevos programas son un reflejo fiel de una gravísima crisis de identidad nacional. La expresión de una Francia fatigada que duda de sí misma, la expresión de una Francia que no sabe donde va ni sabe de donde viene”.
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Le Monde, 12 / 13 mayo 2015. Najat Vallaud-Belkacem, la “bonne élève” àl’épreuve du feu.
El proyecto de reforma de la enseñanza, que debiera aplicarse el próximo curso en los institutos, donde se imparten los cursos equivalentes a la segunda etapa de EGB, ha conseguido federar la hostilidad de los sindicatos de profesores, las asociaciones de padres de familia y una cierta élite de intelectuales e historiadores, denunciando al unísono un modelo escolar “amenazante para la identidad nacional”.
Le Monde afirma a toda página, en portada, que la ministra de Educación, Najat Vallaud-Belkacem (hija de inmigrantes marroquíes, musulmanes piadosos), “está en el corazón del estallido de una nueva guerra escolar”.
Guerra escolar que tiene muchos frentes.
Los sindicatos de maestros y profesores han convocado una huelga unitaria contra el proyecto, para el próximo día 19 de este mismo mes de mayo. Protestan contra la dimensión corporativa del proyecto: temen la desaparición de muchos empleos de profesores de griego, latín, alemán, historia.
Las asociaciones de padres de familia, por su parte, denuncian los nuevos “ritmos escolares”. Desde la óptica familiar, la reforma organiza mal o muy mal los horarios y calendarios escolares.
Siendo sensibles, esas críticas quizá sean menos graves que las críticas de fondo de historiadores e intelectuales, inquietos por el puesto de la historia, las humanidades, las lenguas clásicas (griegos y latín), el alemán y las civilizaciones no europeas en los nuevos programas de enseñanza media.
Pierre Nora, académico, historiador, director de colecciones en Gallimard, autor de varias obras de referencia sobre la identidad nacional, comenta de este modo la reforma y los nuevos planes de estudio: “Los nuevos programas son un reflejo fiel de una gravísima crisis de identidad nacional. El puesto de la historia de Francia y de Europa son presentados desde una perspectiva amenazante. Los nuevos programas propuestos por el gobierno son la expresión de una Francia fatigada que duda de sí misma, la expresión de una Francia que no sabe donde va ni sabe de donde viene”… Pierre Nora sur les nouveaux programmes d’histoire: «L’image d’une France fatiguée».
Denuncias tan graves, en boca de uno de los grandes historiadores vivos, especialista emérito en la identidad nacional, ponen de manifiesto algo más que una “inquietud” de fondo, ante el “desbarajuste” de los nuevos programas de historia de Francia y de Europa.
Jean d’Ormesson, académico, patriarca de la literatura francesa de nuestro tiempo, ha publicado una carta abierta al presidente François Hollande, pidiéndole que entierre un proyecto que él compara con la amenaza bárbara de un “Atila” que deseara destruir los fundamentos humanistas de la cultura nacional.
Régis Debray, antiguo compañero de viaje del Ché Guevara, ensayista de reconocido prestigio, denuncia el proyecto de reforma en estos términos: “Se trata de una falsa reforma, reflejo fiel de la ignorancia e incultura histórica de nuestros dirigentes. Esa ausencia de cultura histórica es una amenaza bien real para nuestra cultura”.
Alain Finkielkraut, ensayista famoso, comenta: “La reforma del programa de los institutos no tiene nada de “progresista” es esencialmente destructora e inquietante. Pascal Bruckner, ensayista influyente, insiste: “La reforma toma a los franceses por imbéciles. La escuela se está convirtiendo en un vehículo que no transmite la sabiduría si no la ignorancia. El antiguo ideal difunto de la excelencia se está abandonando en beneficio de la igualdad de la mediocridad socializada y general”.
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