Florette dans la Morgan. Provence. Mayo 1954.
Qué gozosa revelación…
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La Maison Européenne de la Photographie (MEP) presenta por vez primera una gran exposición consagrada a la obra en color de Jacques Henri Lartigue (París, 1894 – Niza, 1986), La vie en couleurs, que fotografió como nadie el glamour, el lujo, el placer, el amor cosmopolita, el arte de vivir en los palacios, los grandes hoteles, las playas de moda, las estaciones de recreo invernal.
Se trata de una penúltima “reparación” histórica para un maestro de la fotografía que cometió con el nacimiento el más nefando de los “pecados” para la cultura francesa de su tiempo: ser rico, alto y guapo de nacimiento, y consagrarse a la fotografía con una pasión hedonista nunca correspondida en su patria.
Lartigue jamás fue expuesto en París. Y tuvo que esperar hasta 1963, cuando, a los 69 años, expuso por vez primera en el MoMa neoyorquino, donde John Szarkowski (el conservador que dio a la street photography el estatuto de gran arte de nuestro tiempo) lo presentó con un éxito fulgurante. Tras aquella exposición, Richard Avedon (uno de los grandes patriarcas de la fotografía de moda y alta costura) sugirió la edición de un libro legendario, Diary of a Century: Jacques Henri Lartigue.
Avedon fue el primero en subrayar lo que hoy parece una evidencia: Lartigue escribió un diario (escrito y fotografiado) que es uno de los grandes monumentos fotográficos de una época, un país, una historia de la fotografía intimista.
Con varias décadas de retraso, el parisino Centro Pompidou consagró a Lartigue una retrospectiva, el 2003, con el mismo título del libro imaginado por Richard Avedon, L’évènement Jacques Henri Lartigue. Por entonces, admirado por Helmut Newton y los grandes maestros de la fotografía de moda del último medio siglo, Lartigue se había convertido en una leyenda.
Andando el tiempo, con un retraso espectacular, la MEP consagra, al fin, una retrospectiva, la primera, a la obra en color de un fotógrafo que hizo buena parte de su obra en blanco y negro.
El color de Lartigue es el color de las grandes elegías a los paisajes floridos de la Provenza y la Costa Azul, los amaneceres en los grandes restaurantes de Monte Carlo y Cap d’Antibes, el color de los bañadores y prendas íntimas de un interminable rosario de mujeres (tres esposas e incontables amistades), la lujuria de un Mediterráneo que también seducía a Matisse y Picasso, por las mismas fechas.
Fotógrafo “aficionado”, Lartigue dejó una obra inmensa y mal explorada, todavía, de más de 100.000 fotografías, el material esencial de un “diario” que también contiene dibujos (Lartigue fue un pintor “profesional” de corte neo impresionista) y unas reflexiones íntimas y artísticas por estudiar. En ese marco, la obra fotográfica en color quizá sea uno de los capítulos menos conocidos. El fotógrafo en blanco y negro de señoras y señoritas, lujos y placeres sin cuento está ya instalado en el panteón de los grandes maestros. El maestro del color que ahora descubrimos tiene la gracia encantadora de las revelaciones. ABC, 25 junio 2015, Lartigue, el fotógrafo francés denostado por la historia.
París reivindica obra de Lartigue, un “maldito” por su culto a la belleza.
Lartigue, la gracia y sus dones.
Ciclista, al anochecer…
Recuerdo a Lartigue, corriendo tras las adolescentes de la Recherche.
Ebrio, Lartigue se tira a la calle, una noche de mayo.
Homenaje a Jacques Henri Lartigue, 3.
Homenaje (2) a Jacques Henri Lartigue.
Homenajes a Jacques Henri Lartigue.
Irene says
Qué maravilla! Precioso para la noche de San Juan!
JP Quiñonero says
Irene,
Noches de San Juan, ay… qué bien. Graciassssss
Q.-