Madrid, Puerta de Alcalá, 21 abril 2008. Foto JPQ.
La crisis Grecia / Europa quizá pueda entenderse como un nuevo avatar del topos clásico del ocaso de Europa.
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Tras la magna estela de la obra de Spengler, Der Untergang des Abendlandes (1918 y 1923), la legendaria conferencia de Husserl, Die Krisis der europäischen Wissenschaften und die Psychologie (1935), planteó la cuestión central de la crisis de la humanidad / civilización europea y la filosofía de la historia, con esta pregunta: “¿Cómo se caracteriza la estructura espiritual de Europa?”
La respuesta de Husserl sigue siendo la matriz de todas nuestras incertidumbres: “La crisis de la humanidad europea solo tiene dos salidas: la decadencia de Europa, extranjera a su propio ser vital y racional, la caida en la hostilidad del espíritu y la barbarie; o el renacimiento de Europa, gracias al heroísmo de la razón”.
Ochenta años más tarde, Valery Giscard d’Estaing publicó hace meses un ensayo titulado Europa. La dernière chance de l’Europe (2014), prologado por Helmut Schmidt. La tesis central de la pareja Giscard – Schmidt (dos de los grandes arquitectos de la Europa política, económica e institucional de la segunda mitad del siglo XX) es esta: Europa ha caído de hinojos ante un rosario de crisis que pueden convertirla en un archipiélago de Estados más o menos influyentes o insignificantes en la nueva geografía del poder y la influencia mundial, donde nuestra vieja civilización corre el riesgo de ocupar un puesto declinante, dirigiéndose hacia su eclipse, su ocaso histórico.
Raymond Aron temía, así mismo, que Europa estuviese saliendo de la historia, a finales del siglo XX. George Steiner ha evocado el riesgo de tal ocaso, que yo mismo -perdón por la inmodestia- ha evocado en muchas ocasiones.
Entre la conferencia de Husserl, en Viena, el mes de noviembre de 1935, y el último ensayo de Aron, Les Dernières Années du siècle (1984), Luis Díez del Corral publicó otro libro esencial para comprender el proceso en curso, El rapto de Europa (1954), recordando la actualidad del personaje de Ovidio. La Europa mítica raptada por Zeus fue inmortalizada por el gran arte de nuestra civilización (Veronés, Rubens, Martin de Vos, Rembrandt, etcétera). Tras la Segunda guerra mundial, Europa fue “raptada” por las grandes potencias emergentes, los EE. UU., el Japón… Y ese rapto confiere muchos rostros al topos clásico del ocaso de Europa. Hay tantos ocasos / eclipses como raptores.
Ortega pensó que el ocaso de Europa era el ocaso de sus viejos Estados: “Las naciones europeas han llegado a un instante en que sólo pueden salvarse si logran superarse a sí mismas como naciones, si se consigue hacer en ellas vigente la opinión de que la nacionalidad como forma más perfecta de vida colectiva es un anacronismo, carece de fertilidad hacia el futuro, es, en suma, históricamente imposible” (Meditación de Europa, 1949 / 1960).
María Zambrano pensó un ocaso europeo mucho más complejo: La agonía de Europa (1940), La violencia europea (1941), La esperanza europea (1942), La destrucción de las formas (1944) hablan del ocaso de Europa a la luz del ocaso y crisis de España, la crisis del arte occidental y las dos grandes guerras civiles entre europeos del siglo XX.
En esa estela, forzosamente incompleta, El ocaso de Europa (Fórcola Ediciones) de Alejo Carpentier nos propone contemplar el ocaso europeo desde las Américas, tema capital muy presente, así mismo, en la obra de Octavio Paz, entre otros de los grandes maestros americanos.
La obra de Carpentier -crónicas publicadas en la revista Carteles, en 1941, editadas con muy bello primor, prologadas por Eduardo Becerra- cuenta la historia de un desencanto fáustico y una seducción no menos trágica.
El joven Carpentier, como tantos otros jóvenes americanos, vivió el triunfo imperial del nazismo como el hundimiento de todos los valores espirituales, políticos y sociales de una civilización que también era la suya. Raptada por los americanos, Europa debía ser fecundada con las semillas de otros pueblos y civilizaciones americanas. En cierta medida, el Nueva York que fascinaba al joven Carpentier era una prolongación americana de Berlín, París y Londres.
Perdida la vieja patria mítica, Europa, el joven y menos joven Carpentier descubrió otra tierra prometida: la URSS… difunta Europa, el Estado totalitario soviético seduciría a varias generaciones americanas. Los viejos ideales europeos fueron sustituidos por la utopía comunista, que soñaba con imponer su Ley a todas las civilizaciones conocidas, a través de su victoria ideológica, sus cuerpos de ejército y un parque de artillería nuclear.
Carpentier -hijo de francés y de rusa- volvió al París que inspiró sus crónicas en Carteles, anunciando el ocaso de Europa, como embajador de Fidel Castro. Las crónicas de su desencanto permiten reconstruir con mucha precisión la cartografía de las ilusiones perdidas en un París ocupado por la Wehrmacht. Desencanto a la altura olímpica de las esperanzas juveniles en una Europa percibida como matriz de una civilización.
Setenta y cinco años más tarde, Europa vive otras formas de bizantina agonía. A la luz del apasionamiento que la crisis Grecia / Europa suscita más allá de las fronteras europeas, seguida con pasión en Pekín, en Washington y el Cono sur americano, el ocaso de Europa -como la agonía de Atenas, contada por Tucídides- plantea problemas esenciales para los hombres de otras civilizaciones.
Fascinación, así mismo, por el incierto fin de unos conflictos ideológicos muy profundos, barrocos, bizantinos, que no sabemos sin son gérmenes y semillas guerracivilistas o frutos provisionales de un debate inconcluso sobre los fundamentos de una casa común de compleja arquitectura económica, política institucional, cuyo fundamental último, cómo olvidarlo, debiera ser la estructura / arquitectura espiritual de la que hablaba Husserl. Temo que la basura guerracivilista pudra viejas, frágiles y amenazadas semillas.
Ocaso histórico de Europa.
George Steiner, el ocaso de Europa y el desarraigo de los jóvenes europeos.
Europa, entre Putin, los estragos de la crisis y su ocaso histórico.
Eclipse, ocaso, decadencia de Europa.
Javier Fórcola says
Gracias por la mención a Fórcola y a «El ocaso de Europa», de Carpentier, editado en nuestra colección siglo XX. Acertada reflexión y muy bien relacionados los comentarios respecto de Husserl, Ortega, Zambrano y Carpentier con el actual ocaso, que no deja de ser el mismo desfondamiento de valores del que hablaba Carpentier.
JP Quiñonero says
Javier,
Por mi parte, encantado con tu / vuestro libro, que, para colmo, está editado con un rigor / primor extraordinario, de grandísima calidad.
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Sobre el hundimiento de casi todos los valores: en esas estamos, efectivamente. Husserl hablaba del «heroísmo de la razón». Veremos.
¡Avanti..!
Q.-