Metro Assemblée Nationale, 16 enero 2016. Foto JPQ.
“El inmovilismo ha triunfado; y nadie podrá detenerlo”.
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Metro Assemblée Nationale, 16 enero 2016. Foto JPQ.
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Le Monde lo dice a su manera: Hollande, ante una izquierda echa polvo… Un nouveau gouvernement nommé dans un climat de confusion.
Yo cuento la historia en un tono mucho menos elíptico…
François Hollande ha cambiado de gobierno por tercera vez en cuatro años de mandato. A catorce meses de la próxima elección presidencial, el jefe del Estado realizó el jueves un cambio puramente “cosmético” de muy pocos vuelos, hundido en el pozo negro de los sondeos, el incremento del paro, la perdida del poder adquisitivo y el incumplimiento de los compromisos de Estado.
Dos horas después del anuncio oficial del nuevo Gobierno, el presidente de la República comentaba personalmente su ambición, con esta declaración: “He deseado formar un nuevo gobierno de unión y de acción, con tres prioridades: Primero, proteger a los franceses. Los ministros responsables de la seguridad nacional han sido confirmados en su puestos. Segundo, la gran misión del nuevo gobierno es combatir el paro y conseguir empleo. La tercera gran prioridad será la ecología y la transición ecológica mundial…”.
Tres años después de su elección como presidente, se trata de prioridades tan imprescindibles como fallidas, dejando al descubierto un profundo inmovilismo de fondo.
Contra viento y marea, Manuel Valls seguirá siendo primer ministro. “No habrá cambio de política”, insistió ayer noche el presidente Holland”. “El inmovilismo ha triunfado; y nadie podrá detenerlo”, dijo en su día un legendario presidente del Consejo.
Tras la retórica presidencial, un rosario de cambios “cosméticos”…
Laurent Fabius es sustituido por Jean-Marc Ayrault, ex primer ministro, al frente de Asuntos exteriores. Un hombre acosado por las cacerolas judiciales de su hijo es sustituido por un “íntimo” de Hollande, de un “erotismo” de nevera averiada.
Fleur Pellerin es sustituida por Audrey Azoulay al frente de Cultura. Una ministra que desconocía la literatura francesa de nuestro tiempo es sustituida por una ambiciosa de escrúpulos desconocidos, hija de un consejero político del Rey de Marruecos.
Sylvia Pinel es sustituida por una ecologista, Emmanuelle Cosse, como ministra de la vivienda. A los quince minutos de conocerse su nombramiento, la burocracia de Europa Ecología – Los Verdes (EELV) pidió su dimisión como secretaria de un partido profundamente dividido
Marylise Lebranchu es sustituida por Annick Girardi al frente de la Función pública. Dos señoras del “socialismo de toda la vida” intercambian sillones, en el continuismo más inmovilista.
Los portavoces oficiales pueden anunciar pomposamente que “tres ecologistas han entrado en el Gobierno”. Pero se trata de ecologistas modestísimo tonelaje político, en puestos de muy modesta significación. En plena crisis, una ministra ecologista al frente del gabinete de Vivienda corre el riesgo de las sonrisas malintencionadas.
Al frente de las “relaciones internacionales del cambio climático y la biodiversidad”, Barbara Pompili corre el riesgo de ser eclipsada a toda hora por la imperiosa Ségolène Royal, ministra del ramo.
Nombrar secretario de Estado para la reforma y simplificación de las administraciones públicas a un ecologista trepa y de corto vuelo como Jean-Vincent Placé solo suscita la más cruel ironía.
Tras ese modesto y frágil “maquillaje” político, Hollande confirma en sus cargos a sus diez ministros más importantes: Ségolène Royal, madre de los cuatro hijos de Hollande, sigue siendo la influyente ministra de la Ecología. Najat Vallaud-Belkacem es confirmada como dócil ministra de la Educación nacional. Al igual que los fieles entre los fieles: Michel Sapin, ministro de Finanzas. Marisol Touraine, ministra de Sanidad y Asuntos sociales. Jean-Yves Le Drian, ministro de la Defensa. Jean-Jacques Urvoas, ministro de Justicia. Myriam El Khomri, ministra de Trabajo. Bernard Cazeneuve, ministro del Interior.
Stéphane Le Foll, ministro de Agricultura. Emmanuel Macron, ministro de Economía.
El maquillaje e inmovilismo gubernamental de Hollande no consiguen ocultar la crisis profunda del socialismo y las izquierdas francesas.
La izquierda socialista y varios consejeros de Hollande habían pedido la cabeza política de Manuel Valls, cuya política “conservadora” es denunciada en términos muy agrios por la izquierda del PS, el PC, los ecologistas de izquierdas y el Frente de Izquierdas. Hollande ha preferido guardar a su lado a Valls. Fuera del gobierno, el socialista más popular de Francia sería un rival temible para el presidente.
Al frente de las familias socialistas, divididas y enfrentadas, Jean-Christophe Cambadélis, primer secretario del PS, había pedido un gobierno de “síntesis y combate”, para intentar “unir” las fuerzas y electorados de los distintos socialismos e izquierdas balcanizadas. Hollande ha sido poco sensible a tal llamamiento, cuando sus rivales políticos aspiran a “destronarlo”.
El diario Liberation lleva varias semanas haciendo campaña con un tema inflamable: convocar unas elecciones primarias “de toda la izquierda”, a las que Hollande debiera “someterse”, entre otros candidatos. Hollande hace oídos sordos. Pero sus rivales comienzan a mover sus fichas.
Christiane Taubira, ministra de Justicia, hasta hace diez días, ha publicado un libro vitriólico contra la reforma de la Constitución. Taubira es una socialista verbalmente radical, muy culta, conocedora de la poesía española contemporánea (cita a Antonio Machado con alguna frecuencia), pero odia políticamente a Manuel Valls. Fuera del Gobierno, puede causar estragos.
Jean-Luc Mélenchon, ex líder del Frente de Izquierdas (FdI), de ascendencia española, es uno de los críticos más virulentos del modelo socialista de Hollande, del que ha dicho: “Lo único que tiene bueno Hollande es Raúl Castro”. Mélenchon anunció días pasados su candidatura a la presidencia de la República. No tiene la más mínima posibilidad. Pero puede robar a Hollande unos votos que pudieran facilitar su eliminación en la primera vuelta de las presidenciales del año que viene, cuando la multiplicación de candidaturas de izquierdas pudieran facilitar la eliminación del candidato socialista, víctima de Marine Le Pen.
El primer gobierno de Hollande, tras su elección, el mes de mayo de 2012, tuvo como primer ministro a Jean-Marc Ayrault y duró veintidós meses. Hollande cambió de primer ministro el mes de marzo del 2014, nombrando a Manuel Valls jefe de su segundo gobierno. Veintitrés meses más tarde, Valls vuelve a ser primer ministro del tercer gobierno de Hollande.
Durante esa sucesión de gobiernos de estricta obediencia socialista, el presidente Hollande ha presentado ocho programas de lucha contra el paro, en vano: durante la presidencia Hollande han aparecido 600.000 nuevos parados.
La Comisión europea y el Tribunal de Cuentas “temen” que Francia siga siendo incapaz de cumplir los compromisos de Estado del Pacto fiscal europeo. Francia lleva treinta años sin cumplir nunca las promesas de “saneamiento” de sus cuentas nacionales, incumpliendo todos los compromisos de Estado europeos desde el lanzamiento del euro.
Pablo Eugenio Fernández says
Excepcional y detallada cronología de los hechos, para su mayor comprensión. No acabo de ver porque, a pesar de que pueda ser un enemigo fuera del gobierno, la permanencia de Manuel Valls como primer ministro, cuando no tiene las simpatias de la izquierda ni del propio Hollande ¿es popular entre el resto de franceses?
JP Quiñonero says
Pablo,
Ayayay… de alguna manera tengo que pagar los bocatas que comen mis hambrientos hijos, te decía.
Valls… podría ser el mejor candidato de la derecha. Pero se obstina en llamarse socialista, cuando las izquierdas no lo tragan.
Hollande pensó beneficiarse de la popularidad centrada de Valls… ha ocurrido lo contrario: la impopularidad de Hollande ha terminando minando la popularidad de Valls.
Veremos…
Q.-
Pablo Eugenio Fernández says
Ya, arrogarse el voto a izquierda y derecha, y situar a los demás en los extremos.
Algo así pretende Pedro Sánchez en España, teniendo de lugarteniente a Albert Rivera, solo que Sánchez no es presidente de nada y es más ambicioso que Dorian Gray
JP Quiñonero says
Pablo,
Valls tiene una estatura política y cultural considerable, que no veo por ninguna parte en Pedro Sánchez, cuyos modelitos solo hablan de un petimetre de cortos vuelos,
Q.-
Pablo Eugenio Fernández says
Jajajaja, muchas veces, la altura en centímetros no es equiparable a la de las conexiones neuronales.
Juan Pedro, por las noticias que llegan, parece que han menguado las protestas en Francia.
JP Quiñonero says
Pablo,
Esta semana quizá haya más protestas. Veremos,
Q.-