Imprescindibles para sobrevivir
“Entre las cosas que andan mal en España -desde hace siglos- la que peor anda, no cabe duda, es el eros”, dice Rosa Chacel en las primeras páginas de La confesión (1971).
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La confesión es uno de los ensayos más importantes de la historia española del género. Tras analizar con mano maestra el puesto de la “confesión” en la vida y la obra de San Agustín, Rousseau y Kierkegaard, Rosa estudia con una precisión entomológica qué dicen y qué callan de sí mismos y de muy diversos “tipos” de “hombre español” Cervantes, Galdós y Unamuno -a través de sus personajes, a través de las luces y sombras que sus personajes arrojan sobre la intimidad de ellos mismos y los españoles.
Rosa insiste una y otra vez en que su ensayo no es crítica literaria. Se trata, a mi modo de ver, de una exploración clínica de la iniciación a la vida carnal y espiritual del “hombre español”, a través de la excepcional galería de personajes creados “de cuerpo y alma” por Cervantes, Galdós y Unamuno.
Esa exploración culmina dejando al descubierto un campo de ruinas espirituales, carnales y morales, eróticas, sexuales y políticas que están en el origen último de la crisis original y más profunda del “hombre español”, errante en una (s) España (s) cuya primera matriz política y cultural sigue siendo el Duelo a garrotazos.
A título no del todo anecdótico, Rosa subraya que Ortega nunca “osó” comentar La venus del espejo en su ensayo clásico sobre Velázquez. Omisión y silencio que también son una confesión: analizar ese desnudo, en el marco de la historia cultural, social y política de las Españas quizá arrojase alguna luz a la matriz más íntima de nuestras relaciones con el eros -por seguir con la terminología de Rosa-, tan esenciales como víctimas de una misma miseria social, cultural y política, hoy como ayer.
Para salir de la crisis, España está bien situada en el mercado mundial del sexo y la prostitución.
De la lucha contra el Estado, en el lecho.
Reconstrucción de la arquitectura no solo constitucional de España: el modelo Rosa Chacel.
Laura says
Menudo culebrón, oiga.
JP Quiñonero says
Laura,
«Menudo culebrón..» no está mal, no; pero… tras el culebrón…
Q.-