Hundidas las izquierdas, la derecha francesa es el último muro que puede impedir a Marine Le Pen la conquista de la presidencia de la República.
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Todos los sondeos, estudios y estimaciones lo han repetido hasta la saciedad: todos los candidatos de izquierda (socialista, ecologista, extrema izquierda), juntos, “pesan” menos que la candidata del Frente Nacional (FN, extrema derecha) en la primera vuelta de la próxima elección presidencial.
Según los mismos sondeos, cualquier candidato de izquierda, François Hollande, presidente, Manuel Valls, primer ministro, Emmanuel Macron, ex ministro de economía, Arnaud de Montebourg, ex ministro de economía, o Jean-Luc Mélenchon, ex ministro delegado de la educación, serán eliminados en la primera vuelta (finales de abril) de la próxima elección presidencial.
Hollande anunciará su renuncia o posible candidatura a finales de diciembre. Si Hollande renunciase, Manuel Valls pudiera sentir la tentación de presentarse como “recurso providencial”. El PS elegirá su candidato a mediados de enero. Las familias socialistas nunca han estado tan divididas en la historia de la V República. Por vez primera en la historia política de Francia, la extrema derecha amenaza con eliminar a cualquier candidato de izquierdas.
Jean-Marie Le Pen ya eliminó al candidato socialista, Lionel Jospin, en la primera vuelta de las presidenciales de 2002. Fue un “accidente”. Trece años después, Marine Le Pen se cotiza en todos los sondeos como ganadora de la primera vuelta de la próxima presidencial, derrotada en la segunda vuelta por cualquier candidato conservador.
La lógica de la elección presidencial francesa impone un “recentraje” forzoso de todos los candidatos. Cualquier candidato de izquierda o derecha debe contar, en la segunda vuelta, con todos los votos de su bando, izquierda o derecha, y algunos millares de votos del bando adverso.
De ahí el recentraje de todos los candidatos conservadores: para derrotar a cualquier candidato de izquierdas, en la primera vuelta, y ganar a la candidata de la extrema derecha, en la segunda vuelta, la decisiva, deben hacer una campaña “equilibrada” en la primera vuelta, presentándose como candidatos “de todos los franceses” el día de voto final.
En la primera vuelta de las elecciones primarias de la derecha francesa -una primicia histórica- Nicolas Sarkozy fue eliminado de manera prevista y espectacular. Su primer mensaje, asumida la derrota, fue este: “Nuestros electores deben comprender que el extremismo es un veneno peligroso”. Los triunfadores de la primera vuelta se presentan como
adversarios frontales de Marine Le Pen, candidata del Frente Nacional (FN, extrema derecha). “Soy el único candidato que puede eliminar a Marine Le Pen” ha repetido una y otra vez Alain Juppé. “Mi programa es un antídoto contra los populismos y extremismos” ha insistido François Fillon, el ganador de la primera vuelta de primarias conservadoras.
A seis días de la segunda vuelta, la extrema derecha hace chistes contra Juppé, calificándolo de “Alí Juppé”. Fillon se cotiza como líder emergente de las derechas francesas: un duro con guante de seda. Más o menos. Pro ruso, antiguo anti Maastricht, muy moderadamente europeo, muy conservador en lo social y “liberal” en lo económico, enemigo jurado de la extrema derecha.
François Fillon: “Estoy al frente de un Estado en bancarrota”.
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