Place de l’Opéra, 1 mayo 2013. Foto JPQ.
“Trump a la Casa Blanca, Marine Le Pen al Elíseo” [ .. ] Marine Le Pen: “¡El Frexit, ya..!”.
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Place des Pyramides, 1 mayo 2011. Foto JPQ.
Marine Le Pen propone una ruptura apocalíptica con Europa, los países de la cuenca mediterránea y la sociedad internacional, potencialmente catastrófica para los franceses, para los europeos, los vecinos y aliados de toda la civilización europea.
La primera medida del primero de los siete capítulos del programa de la candidata del Frente Nacional (FN, extrema derecha) a las elecciones presidenciales del 23 de abril y el 7 de mayo próximos es convocar un referéndum destinado a votar el “Frexit”, la salida de Francia de la Unión Europea (UE).
La vigésimo cuarta proposición del segundo capítulo del programa de Le Pen es “restaurar las fronteras nacionales y salir del espacio Schengen”.
Todo el capítulo tercero del programa de la candidata de extrema derecha está consagrado a desgranar la “construcción de un nuevo modelo económico, proteccionista y patriótico”: rompiendo con el euro, restaurando la moneda nacional, instaurando el proteccionismo comercial, creando una nueva fiscalidad para las empresas que den trabajo a extranjeros, restaurando la jubilación a los 60 años, con un incremento “masivo” del salario mínimo.
Las dos primeras proposiciones del capítulo sexto del programa Le Pen anuncian la salida de Francia del mando militar integrado de la OTAN y la afirmación de una “defensa autónoma” en todos los terrenos de la seguridad nacional, incluida la lucha contra el terrorismo.
Las proposiciones segunda y tercera del capítulo sexto del programa Le Pen anuncian la ruptura nacional con todos los tratados comerciales internacionales (TAFTA, CETA, etcétera), y la
“transformación” de la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea (UE) en Política Agraria Francesa (PAF).
Entre las 144 proposiciones de los siete grandes capítulos del programa presidencial de Marine Le Pen hay muchas otras promesas apocalípticas, pero las rupturas con la UE, la OTAN y el orden diplomático vigente en la escena regional e internacional quizá sean las más peligrosas e inquietantes: entre un 25 y un 27 por 100 de los electores franceses se dicen dispuestos a apoyar tal programa, en la primera vuelta del próximo 23 de abril. Todos los sondeos sugieren que Marine Le Pen será derrotada en la segunda vuelta del 7 de mayo, por Emmanuel Macron, candidato social reformista, o François Fillon, candidato conservador.
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Marine Le Pen anuncia la salida de Francia de la UE, el “Frexit”, tras un referéndum nacional que ella desea convocar a los seis meses cortos de su elección como presidenta. Es la piedra fundacional de toda la arquitectura de su proyecto de ruptura apocalíptica.
La mera evocación práctica del tal proyecto se transformaría automáticamente en un rosario de problemas, crecientes: incontables enfrentamientos políticos nacionales e institucionales; tensiones y advertencias diplomáticas de toda Europa; tensiones monetarias que correrían el riesgo de encarecer el pago de los intereses de la deuda nacional.
Convocado (¿?) el referéndum, tampoco está claro que los franceses votasen automáticamente la salida de la UE. Los agricultores franceses han sido los grandes beneficiarios de las subvenciones europeas desde hace medio siglo. El “si” o “no” a la salida de Francia de la UE sería desastroso de manera desigual. El “sí” precipitaría tormentas monetarias peligrosas para la estabilidad de la moneda europea, desastrosas para toda Europa; sin olvidar el estallido de un proceso de “desmembración” de todo el proyecto de la construcción política de Europa. El “no” evitaría catástrofes europeas, pero precipitaría una “guerra civil” fría entre franceses partidarios o adversarios de Europa.
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Presidenta, Marine Le Pen tendría casi todos los poderes necesarios para precipitar la salida de Francia de la OTAN. Está por ver si tendría una mayoría parlamentaria suficiente para imponer su voluntad personal. Pero la mera evocación de tal proyecto suscita graves dudas sobre la credibilidad y seguridad nacional.
Tercera potencia atómica mundial, tras los EE. UU. y Rusia, Francia tiene un puesto eminente en el sistema de seguridad trasatlántico; y participa en todas las operaciones militares aliadas, dentro y fuera de la OTAN. Del asesinato selectivo de terroristas al control de las fronteras europeas, pasando en el control de todas las “nuevas fronteras” africanas y mediterráneas, Francia es un actor indispensable en la seguridad continental. Sahel, Libia, Irak / Siria, son escenarios militares donde Francia tiene posiciones importantes, inseparables de la solidaridad europea y trasatlántica.
En el terreno estrictamente nacional, ningún Estado europeo es capaz de combatir en solitario contra las diversas amenazas terroristas. No existen estrategias nacionales ni eficacia nacional posible en la lucha contra el yihadismo y las variadas “familias” de la amenaza terrorista islámica, que tiene muchos frentes, de Afganistán al sur marroquí, pasando por los desiertos saharianos, Irak y Siria.
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La “restauración de las fronteras” y la ruptura con los Acuerdos y el Espacio de seguridad de Schengen, propuestas por la presidenta del FN, son pura ilusión demagógica.
Construir un “muro” en las fronteras de Francia es mucho más difícil, complejo y potencialmente catastrófico que construir un muro entre los EE. UU. y México.
Al margen de las fronteras marítimas, incluido el Canal de la Mancha, Francia solo tiene fronteras con países europeos, miembros de la UE o “asociados” (Suiza). Y restaurar las fronteras con España, Alemania, Bélgica e Italia tendría un costo inquietante para toda Europa, comenzando para los principales afectados. Existe un consenso creciente en la necesidad de reformar / renegociar el Espacio de seguridad de Schengen, para mejorar su eficacia policial contra todo tipo de amenazas. La ruptura solo agravaría todos los problemas, comenzando por el intercambio de informaciones sensibles.
España puedo construir un muro en su frontera exterior con Marruecos, en Melilla. Y los países del Este pueden construir muros más o menos semejantes. En el caso de Francia, se trata de hipótesis delirantes, en fronteras como la española o la alemana.
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En el terreno económico / social, las propuestas de Marine Le Pen iluminan un camino cierto hacia la agravación de la pobreza de masas y la decadencia nacional.
Dentro o fuera de la UE, aprobado o rechazado el “Frexit”, la candidata de extrema derecha propone la ruptura con el euro, la moneda europea, y la restauración de la moneda nacional, el franco.
Esa hipotética decisión tendría dos consecuencias prácticas inmediatas: la deuda nacional (2.170,6 millardos, el 2016) y el pago de los intereses de esa deuda (45.000 / 50.000 millones de euros, anuales), crecerían de manera inquietante: los franceses deberían pagar con su “nueva” moneda (el franco restaurado) una deuda contraída en euros. La negociación de tal transición debería soportar el incremento inexorable de los tipos, el costo y el nuevo endeudamiento.
El proteccionismo patriótico, cerrando fronteras a productos extranjeros, tendría un costo inmediato en el bolsillo de los consumidores: ropa, calzado, electrodomésticos, automóviles, televisores, ordenadores, entre una larguísima relación de productos de consumo diario, serían más caros con mucha rapidez, por una razón muy simple… Francia dejó hace años de fabricar tales productos; incluso marcas nacionales (Renault, Peugeot) fabrican muchos de sus productos básicos fuera del territorio nacional. De la ropa de cada día a la instalación del más modesto de los hogares sufrirían muy pronto de la carestía y / o encarecimiento de artículos básicos.
La fiscalidad patriótica, por otra parte, complicaría y / o encarecería la producción nacional en un largo rosario de actividades.
Crear nuevos impuestos a las empresas que den trabajo a hombres y mujeres extranjeros tendría un costo económico inmediato. El enrarecimiento y encarecimiento de la mano de obra sería automático en sectores como la construcción. Y tendría una influencia en muchos terrenos: los bancos y el sector financiero necesitan de muchos especialistas extranjeros; los grandes almacenes y el turismo necesitan de muchos traductores extranjeros para intentar seducir a las clientelas más cosmopolitas; la implantación internacional de los grandes grupos nacionales necesitan de mano de obra extranjera, dentro y fuera de Francia…
El círculo apocalíptico se cerraría con la ruptura nacional con los grandes tratados comerciales internacionales y las instituciones que los regulan.
Francia es la primera o segunda gran potencia mundial en el terreno estratégico de los productos agrícolas transformados. Esa supremacía pasa por la excelencia de los productos nacionales y un “medio ambiente” favorable a la liberalización de los intercambios. El alejamiento de tal modelo liberal (víctima potencial del proteccionismo, la fiscalidad patriótica y la ruptura con el orden comercial construido tras la Segunda guerra mundial) tendría un coste inmediato en la producción nacional de riqueza.
Francia sigue siendo una potencia turística cosmopolita. Durante los últimos dos años, París y las grandes zonas turísticas nacionales (Costa Azul) han perdido millones de turistas, por dos razones: el fantasma de la amenaza terrorista; y una cierta caída de la calidad de los servicios en zonas sensibles, como los Campos Elíseos o Montmartre, en París. La ruptura de Francia con las instituciones y acuerdos que rigen los acuerdos comerciales e influyen en la evolución mundial del turismo solo puede tener consecuencias desastrosas.
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Sin duda, Francia todavía está lejos de tener una presidenta de extrema derecha, capaz de intentar hacer realidad la pesadilla de sus proyectos apocalípticos. Pero tal amenaza, inverosímil hace apenas unos meses, es hoy mucho menos inverosímil de lo que dicen los sondeos de opinión, “convencidos” que Emmanuel Macron o François Fillon eliminarán “seguro” a Marine Le Pen en la segunda y definitiva vuelta, el 7 de mayo próximos. Los sondeos callan y no subrayan la encuesta callejera que puede hacer cualquier turista: franceses de muy diversa sensibilidad dicen en voz baja, a quien quiera escucharlos, que, en verdad, “hay muchos franceses tentados de un voto de rechazo global, que pudiera dar la victoria a Le Pen”.
Marine Le Pen: “¡El Frexit, ya..!”.
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Francia: un millón de nuevos pobres.
“Trump a la Casa Blanca, Marine Le Pen al Elíseo”.
Inmigración, pánico moral… Le Pen UP, Valls Down.
Todas las izquierdas francesas, juntas, “pesan” menos que la extrema derecha de Marine Le Pen.
La extrema derecha de Le Pen amenaza el modelo político francés.
Tras el seísmo de la extrema derecha pueden ocurrir cosas peores.
Francia, regiones: derecha 7, izquierda 5, extrema derecha 0.
Extrema derecha y yihadistas crecen en la misma banlieue, los mismos suburbios.
París, mañana de domingo de unas históricas elecciones regionales.
Francia está cambiando de modelo político.
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Nuevos rostros de la extrema derecha francesa 2.
Viejos y nuevos simpatizantes de Marine Le Pen.
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Marine y Marion, dos rubias extremistas peligrosas.
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El terremoto anunciado de las regionales francesas.
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Así se convirtió la extrema derecha de Le Pen en el primer partido obrero de Francia, 2.
Quiñonero en RTL sobre Marine Le Pen.
La variopinta vida amorosa de Marine Le Pen, sus hermanas y sobrina.
Antonio Castillo Algarra says
Demasiado parecido a Podemos y compañía… Y lo peor es que los partidos normales y los intelectuales andan tomando partido por unos u otros.
Un saludo, Quiñonero
JP Quiñonero says
Antonio,
En verdad, la extrema derecha francesa está mucho más a la izquierda que Podemos, que no ha propuesto la salida de al UE y la OTAN…
Q.-
Antonio Castillo Algarra says
Podemos quiere la salida de la OTAN y dinamitar la EU desde dentro. De esto no cabe duda.
JP Quiñonero says
Antonio,
«Dinamitar la UE desde dentro» NO es lo mismo que pedir la Salida de la UE y convocar un referéndum nacional al respeto… esta segunda es más radical.
«Querer» la salida de la OTAN NO es lo mismo que reclamar la salida del mando militar de la Alianza… Esta segunda medida es más radical, también.
NO hay otras personalidades políticas europeas que estén perseguidas judicialmente por la UE…
Q.-