Salon du livre de Paris, 24 marzo 2017. Foto JPQ. La revolución Macron: “¡Enriqueceos…!”.
¿Quién es? ¿De donde viene? ¿Qué promete hacer?
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Emmanuel Macron ha conquistado la presidencia de la República haciendo una síntesis política, económica y voluntarista del pensamiento y la acción de antecesores reformistas de izquierda y derecha, enarbolando el liberalismo económico y Europa como piezas fundacionales de su proyecto personal.
El pensamiento Macron es una síntesis muy práctica del pensamiento y la acción de estos antecesores: Pierre Mendès France (reformista de izquierdas), Raymond Barre (reformista liberal conservador), Valery Giscard d’Estaing (reformista liberal conservador) y François Hollande (socialista reformista).
En el terreno político, Macron aspiran a fundar un “nuevo orden político nacional”. El nuevo presidente de Francia aspira a convertir su partido, En marcha, en la primera fuerza política nacional, con una etiqueta de nuevo cuño: “Progresistas republicanos”.
Macron confía en tener la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional que salga de las elecciones legislativas del 11 y el 18 de junio próximos. El presidente presentará 577 candidatos, con la etiqueta de “mayoría presidencial”… habrá paridad hombres / mujeres, y candidatos de muy diversa procedencia, con una sola condición: socialistas, conservadores o centristas que deseen trabajar con Macron deberán abandonar sus antiguos partidos, para integrarse en la nueva mayoría, la matriz del “nuevo orden político francés”.
Si En marcha (o un nuevo partido presidencial) no tiene la mayoría absoluta, el mes de junio que viene, Macron está dispuesto a cohabitar con el partido que esté en primer o segundo puesto. Los Republicanos (LR, derecha), el partido de Nicolas Sarkozy y François Fillon, aspira a “imponer” a Macron una posible cohabitación con el primer partido conservador de Francia. Está por ver quien “impondrá” a quien las condiciones de una todavía lejana cohabitación.
No es nada previsible que los socialistas o la extrema derecha estén en situación de imponer nada en el “nuevo orden político nacional» que Macron aspira a fundar. El socialismo francés queda en un estado catastrófico tras esta elección presidencial, fragmentado en un rosario de familias de problemática “cohabitación”.
En el terreno económico, Macron ha avanzado el proyecto más liberal voluntarista desde Raymond Barre (1978). En su ensayo ¡Revolución!, el nuevo presidente de Francia hace suyo el legendario credo liberal a la francesa de François Guizot, uno de los patriarcas del liberalismo nacional.
Macron es el único presidente cuyo programa económico reposa en su confianza muy optimista en la capacidad creativa, creadora y empresarial de los franceses, alejadísimo de todos los intervencionismos burocráticos de izquierda y derecha.
Ese liberalismo económico, a la francesa, está matizado, en su caso, con un reformismo que no viene de la tradición socialdemócrata, si no de la tradición francesa que encarnó en su día Pierre Mendès France. Banquero de negocios avezado en grandes negociaciones empresariales / internacionales, Macron matiza esa confianza en el mercado con una cierta dosis de “intervencionismo protector”, a geometría variable.
Europa está en el corazón del proyecto presidencial macroniano, que él resume de este modo: “Una Francia emprendedora en una Europa protectora”. Macron es el presidente francés más pro europeo desde Giscard. La bandera de Europa (estrellas en fondo azul) ha estado en todos sus mitines, junto a la bandera nacional francesa.
Pro europeo empírico: su primer viaje será una visita de ida y vuelta a Berlin, los próximos días, quizá, para comentar con Angela Merkel posibles proyectos comunes.
El nuevo presidente de Francia ha repetido en muchas ocasiones que la lucha contra el terrorismo será uno de los grandes desafíos de la próxima década.
Macron estima que Francia necesita revisar profundamente su concepción de la lucha anti terrorista. Confirmando las grandes alianzas internacionales, el nuevo presidente estima que Francia necesita “mejorar muy mucho su información de proximidad”. Traducido al lenguaje coloquial: “Los servicios de seguridad necesitan más chivatos en la banlieue, los suburbios”.
En la escena diplomática, Macron cuenta con el apoyo masivo de la élite profesional francesa y la élite gubernamental europea. Y se propone continuar las grandes líneas de la diplomacia nacional, europea, atlantista, occidental.
Presidente social reformista, republicano progresista, o liberal reformista (etiquetas de problemática traducción al lenguaje político carpetovetónico), Macron se propone comenzar su presidencia con un abanico de reformas nacionales de cierto calado simbólico, como la “moralización de la vida pública” y la reforma del mercado laboral con varios decretazos, sin debate parlamentario.
Las relaciones de Francia con España fueron buenas con Sarkozy y con Hollande. Macron conoce la economía española mucho mejor que sus antecesores. Y cuenta con Madrid en el “frente” europeo. Mariano Rajoy pudiera realizar una visita rápida al Elíseo durante los primeros sesenta primeros días de la nueva presidencia.
Como banquero de negocios, Macron fue un actor privilegiado en la “renegociación” de la deuda de grandes grupos españoles con deudas superiores a los 6.000 millones de euros. Esa relación empresarial privilegiada le ha permitido preservar relaciones cordiales con grandes empresarios españoles.
Como ministro de economía e industria, Macron fue un interlocutor privilegiado de muchos intereses empresariales y nacionales españoles. La implantación de grupos españoles en París y Francia contó en su día con una cierta complicidad del nuevo presidente de Francia.
En el terreno personal, su principal consejera en el terreno diplomático europeo, Sylvie Goulard, tiene relaciones de amistad personal con Alfonso Dastis, cuando ambos comenzaban su carrera, en Nueva York. Goulard también coincidió con otro ministro español, Íñigo Méndez de Vigo, en Estrasburgo y Bruselas, cuando ambos trabajaban en el Tratado institucional europeo orquestado por Valery Giscard d’Estaing. Goulard está llamada a ocupar un puesto significativo en los equilibrios de poder e influencia del primer gobierno de Emmanuel Macron.
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