Motín. Del fr. mutin ‘insumiso, rebelde’. 1. m. Movimiento desordenado de una muchedumbre, por lo común contra la autoridad constituida.
¿Alguien pensaba que un motín contra el Estado podía consumarse sin violencia y tragedia?
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“Libertad”, “democracia”, “pueblo” etcétera. Cada cual interpreta esas palabras a su manera:
-Para unos, libertad y democracia deben ejercerse incluso al margen de las reglas establecidas por las instituciones, catalanas y españolas. Colau: “Iceta estarà amb el poble de Catalunya o alineat «de facto» amb el PP?”. Iceta: “Alcaldessa, una pregunta senzilla: creus que la gent a la que representa @socialistes_cat es part del poble de Catalunya o no?”.
-Para otros, no hay libertad ni democracia si se actúa al margen o contra esas instituciones, catalanas y españolas.
-Para unos, el 47,8 % de los votos son suficientes para ejercer lo que esa gran franja social considera libertad y democracia, incluso al margen de las reglas de las instituciones catalanas, que no han sido respetadas.
Para otros, no hay libertad ni democracia si no se respeta el orden institucional constituido.
Así las cosas, el Govern pidió a los ciudadanos que participasen en un proceso organizado por los representantes del 47,8 % de los catalanes. Se convocaba el motín, con sofismas al margen de la ley que pretende encarnar el mismo Govern: se convocó vulnerando el Estatuto de Autonomía de Cataluña y el reglamento de su Parlamento autónomo.
El Gobierno, por su parte, anunció, en su día, que “haría respetar” la Ley y el Orden. Y el Govern pidió a los ciudadanos que se tirasen a la calle para defender su concepto propio de la libertad y la democracia. Concepto que no es compartido por todos los catalanes.
¿Alguien pensaba que ese enfrentamiento, ese motín, convocado por el Govern, atizando al “pueblo” contra el Estado y contra las leyes del Estatuto catalán podía transcurrir sin incidentes, violencia y tragedia? ¿Donde comienzan y terminan la ignorancia, la irresponsabilidad y el aventurerismo fanático?
Los medios de incomunicación y manipulación de masas de todos los bandos han echado aceite al fuego del motín, pidiendo sangre, cada cual a su manera, con mucha elocuencia cainita.
Y las almas pías ponen el grito en el cielo pidiendo “diálogo”.
¿Qué “diálogo” puede existir cuando palabras como libertad, pueblo y democracia, son utilizadas con sentidos antagónicos, cainitas y asesinos?
Las nubes de opiniones / basura tóxica hacen irrespirable la situación, pudriendo el tejido social: el uso asocial de palabras como “pueblo”, “libertad”, “democracia”, corrompe los cimientos amenazados de la vida en común. Mireia Boya advierte: “Roma no paga a traidores, ¡tendremos memoria y no os lo perdonaremos nunca!”. Iceta: “Nosotros queremos votar. Votar con garantías, en concordia y sin división.” “Andalucía teme “el día después” del 1-O: guerra Norte-Sur y España a dos velocidades.” “Els jutges comencen a obrir diligències contra els Mossos.” “Seis jueces investigan a los Mossos por desobediencia al no frenar el 1-O.”
“Uso asocial”: uso de las palabras sin respetar el sentido que esas mismas palabras tienen para todos los ciudadanos de un mismo pueblo, amenazado en su existencia social a través del sabotaje cainita de su lengua, derogando los principios básicos de la existencia en común.
Sin tener una confianza ciega, creo que solo unas elecciones organizadas democráticamente, en Cataluña y España, pudieran permitir conocer la opinión de una mayoría de ciudadanos.
-Rajoy ha evitado hasta ahora el recurso al artículo 155 de la Constitución, pudiendo derogar provisionalmente la autonomía catalana. Se lo reprocha la derecha más dura, que lleva días pidiendo “más energía”. Rajoy ha ordenado las intervenciones de las distintas fuerzas de seguridad del Estado con una energía que un bando considera «franquista» / «criminal» y otro bando considera «moderado» / «responsable».
-Puigdemont lleva semanas comportándose como un sofista sin escrúpulos, agitador y demagogo, con un interminable rosario de provocaciones, consumadas con insensible risas y sonrisas cínicas. El pueblo catalán, en su diversidad, tiene derecho a la expresión libre, a través de unas elecciones, que el Govern puede y debiera convocar, para conocer y respetar su opinión sobre el motín atizado desde el poder, convirtiendo el tejido social en un campo de batalla cainita.
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La nueva edición de mi libro De la inexistencia de España, con prólogo de Jordi Amat, estará en librerías el próximo otoño y comienza con esta frase: ¿Cuál es el origen último de la más grave de las crisis seculares de España?
Pablo Eugenio Fernanasí compañía hace jesuitas dez Jiménez says
¿Qué quieres que te diga, Quiño? Todo muy triste. Echas a la turbamulta a la calle y ya no hay raciocinio. Yo sigo creyendo en los derechos de las personas no de los territorios. Ser de Sevilla es coyuntural, lo importante son los valores comunes, los que me acercan o alejan de otros. No me hace más proximo la cercanía geográfica. Por eso los Estados de Derecho, con sus múltiples errores, los prefiero frente a los que otorgan más derechos al origen.
Y después la falta de profesionalidad de los políticos españoles. Ya sin Franco, al que reinventan continuamente, la España de la Constitución del 78 se ha visto insolidaria, cretina, desigual…no es el #1oct son las veces que se ha cedido estos años para formar gobierno, sin pensar en España. La falta de proyecto común para todos los españoles.
JP Quiñonero says
Pablo,
Lo repito mucho, desde hace mucho. Raymond Aron sobre Giscard: «No comprende que la historia es una tragedia. Y siempre acaba mal».
En esas estamos.
Si la cosa «termina» en disparate grotesco, esperpéntico, se habrá evitado lo peor. El esperpento puede ser trágico.
Es muy fácil culpar al vecino de todo, claro.
En fin… iremos viendo. Hablar sin gritos ya me parecería algo positivo. El vinazo de las «opiniones» atiza ventoleras endemoniadas,
Q.-
Pablo Eugenio Fernández Jiménez says
Disculpa, algún día puse algo encima de mi nombre y me sale la retahíla mezclada con la Compañía de Jesús. Pero soy yo.