Caldetes, 26 julio 2017. Foto JPQ.
Suma y sigue…
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Tras el “rompeolas populista”, diagnosticado por Xavier Casals, el Govern de derechas y la calle populista analizados por Guillem Martínez, El Proceso separatista en Cataluña historiado por Enric Ucelay-Da Cal, Steven Forti y Arnau Gonzàlez Vilalta, Jordi Amat propone una síntesis canónica…
“… ¿[tocó] techo el traspaso de competencias? Si el traspaso no se hace desde ambas partes con lealtad a un proyecto, se produce un cortocircuito. Pujol dice que la nación nunca termina de construirse mientras Aznar, en una de las pocas entrevistas concedidas a TV3, se pregunta cuándo termina el programa de construcción nacional. Aquí tenemos un choque de culturas políticas que, desplegadas hasta sus últimas consecuencias, son de imposible convivencia…”.
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“La incapacidad de ambos nacionalismos para crear un espacio de convergencia más allá de la táctica, una lealtad al mismo Estado, provoca el colapso. El intento más sólido, renovar el pacto mediante el Estatut, fracasa…”
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“El momento significativo es el 9 de noviembre de 2015, cuando de repente muchos del Govern de Mas se echan las manos a la cabeza al ver que existe verdadera voluntad de ruptura y la dinámica se vuelve imparable, casi como si quisieran tirarse por un precipicio…” … Jordi Amat: “El ‘procés’ ha sido un bajón infinito para Cataluña”.
Las negritas son mías.
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La confabulació dels irresponsables.
Historia del Proceso / Procés, 3 … duelo a garrotazos de “populistas” y “Estado profundo”.
Historia del Proceso / Procés, 2 … Govern de derechas, calle populista.
Historia del Proceso / Procés, 1 … Catalunya, rompeolas populista.
Así las cosas, entre lo episódico y lo sustancial, el resultado de las elecciones del 21-D confirmó de manera espectacular ese rompeolas de catástrofes y fracturas:
Cataluña… congelada, inmovilista, invertebrada.
Fragmentación e inmovilismo cainita, catalán / catalán y catalán / español, que ilustra con precisión purísima una de las tesis centrales de mi libro:
De la inexistencia de España, nueva edición.
Anales de Caína.
Caína.
Cataluña.
España.
Una temporada en el Infierno.
Ricardo Lanza says
Los Reyes se han ido. Ya repartieron sus juguetes (hablo, claro, del mundo occidental, de donde existe una plusvalía para gastar en esas cosas). Empieza el colegio. Viene (que dice el estudiante remolón) ese largo trimestre no concluso hasta Semana Santa, clase tras clase, poco festejo, el tiempo frío de Machado y sus alumnos en la levítica Baeza. Y (como siempre repito, y no me canso) mientras los turcos minan las defensas de Bizancio, echan abajo sus puertas, escalan los torreones, hanegan las calles y las casas, yo, aquí, a modo del ortodoxo monje que, en medio de ese cambio abisal, continúa miniando pergaminos, muñendo códices marchitos, buscando piedras de la cultura de las Urnas, y espera la llegada de la hora del lubricán para parlar acerca del sexo de los ángeles…¿Arde París? No, todavía, pero prendieron ya la mecha y Ravachol tiene cercana una lata de gasolina súper para avivar el incendio. ¿Sigue siendo francés aquel gran ácrata? ¿De dónde, estimado…?
JP Quiñonero says
Ricardo,
Bueno… moi, me tomo la cosa como viene: es decir, con el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad (Gramsci dixit). Gozando de todo lo que me rodea, incordios incluidos, saboreando todas las cosas que me tocan en suerte, insensible al desaliento… finalmente contento, sin duda, con mi destierro parisino, que me permite vivir en una tierra de nadie que intento hablar con mis cosas, vagabundeos incluidos, claro está, devorando imágenes, paisajes, gentes, incluso algún libro de ayer o de hoy…
Ánimooooo
Q.-
Ricardo Lanza says
París es París, claro, y más amable el exilio a orillas del Sena. Siempre me la recordó BCN, y también Salamanca (no sé exactamente, por qué; creo que sentido que me da el símil). Y cuando vaya, pasaré por la esquina de la Rúa Mayor, para mercar tu libro, que allí lo he de comprar, no en otra parte. Y empezaré a leerlo en el Novelty, y lo iré terminando en el Gato Verde alcalaíno.
JP Quiñonero says
Ricardo,
Curioso ¿y lamentable? No conozco Salamanca. Nobody’s perfect. Hace año y pico estuve en Segovia, que no está tan lejos. Pero sospecho que ya es otra cosa. París ya es muy otra, sin duda. En mi caso, creo necesitar una gran ciudad, para perderme, vivir emboscado en otro mundo, otros mundos, más bien, con solo tomar el metro.
Avanti..!
Q.-
Ricardo Lanza says
Pues…Salamanca…renaciente maravilla…al sol que dora sus ocres tejados a la caída de la tarde; piedra especial, dicen de tono renacentista; y su acrópolis (no tan abrupta ni tan pina como las de Toledo, Cuenca o Segovia) extendiéndose sobre un teso cuadrado cuya primera imagen (allende el Tormes, desde el barrio del Zurguen, adonde, en la Semana Santa, llevaban en la barca a las putas para que los estudiantes no pudieran pecar hasta el Sábado de Gloria) son los pináculos de ambas catedrales, el del Clerecía jesuita y los otros de iglesias, palacios, torres nobiliarias y los restos del murallón que aún circunda una parte de lo viejo. A la izquierda de ese paisaje, los desmedros que hiciera el francés tras la retirada de los Arapiles: campos romos, hierba naciente entre el escombro, vías nuevas, torreones mochos… Dentro, ya habrás escuchado: esa Rúa Mayor, que arranca de la Ribera, precedida por el callejón del Tentenecio, culminando en la Plaza Mayot, otro rompeolas de las españas: en verano, delicia visual de alumnas extranjeras de breves faldas, galanas piernas, hermosos pies, congregándose en la calzada y en esas revejidas terrazas que a veces debes solicitar de caridad a quienes las ocupan; ¡suelen ser tantos! Un París imaginario de Villon, Tabarin o Pedro Abelardo.
JP Quiñonero says
Ricardo,
Qué maravilla, qué invitación al viaje… seguro que merece la pena, claro está. Me quedan tantos paraísos por descubrir…
Graciasssssss
Q.-
PS. Por París, frío, lluvia y líos.
Ricardo Lanza says
No te lo pierdas. Salamanca está en mayúscula, y ahí si que bien lo definió Unamuno; queda como universidad eterna, lugar (en mi caso, subjetivo claro) de paseo entre las clases, retorno al estudio y a las notas, a esas preguntas que no sabes, a la ojeada subrepticia a la alumna que te gusta y buscas luego, a las héjiras sobre las campas del Tormes en busca de solaz con la muchacha; de noche, ronda de bares, del brazo de los tunos, cantando a las turistas por si algún beso o un abrazo te cae (a lo peor, la bofetada por pesao y añejo), después de haber entonado La Hora, María Dolores o Perfidia.
JP Quiñonero says
Ricardo,
Si, todo eso me recuerda el estilo noble castellano (JB dixit), tan esencial y olvidado. Un arte de vivir y estar de pie, ante la vida, con cierta nobleza, un estilo de vida, en definitiva, quiero pensar que perdurable, a pesar de los anuncios de publicidad fluorescente que se vislumbran con horror desde las inmediaciones del Acueducto de Segovia, ay…
Avanti..!
Q.-
Ricardo Lanza says
Salamanca (dorado Renacimiento escolar catedralicio), Segovia (el agua que la encierra, el Alcázar que la señala, la obra increíble de romanos), Cuenca (roca de los afligidos, paisaje de brujas y de magia) y Toledo (romana y mora, judía e imperial, alquimia de las piedras), son los cuatro ases de la baraja de las urbes castellanas. No hay repóquer aquí, basta el cuarteto. (De la Occitania, Girona (ténebres callejones terminando en los balaustres de la Seo) y BCN (Iberia internacional, reina mediterránea), Tarragona (Roma visible, acrópolis cuidada) y Palma (Vieja y extensa medina a la que el turismo ha robado su luz; se la llevan el ojeo de mujeres y las cañas). Dejo la Andalucía para otro tiento. Ahora me quedo en la Castilla de la Mesta y del Buscón, esperando también las pastas y el chocolate que prepara la madre de un beneficiado de Astorga, Briviesca , Medina, Ciudad Rodrigo, Cuéllar, Arévalo o Almazán. ¡Son tantos, suficientes, estimado; tiempo para chuparse los dedos y creer en los beneficios del Rosario de la Aurora, el Oficio de Tinieblas y la Vigilia Pascual! Hasta me llevo el breviario a la ermita, y dentro atisbo Juliette de Sade, viendo solo los santos por no entender el francés.
JP Quiñonero says
Ricardo,
Abrumado me dejas, con tu descripción / relación, tan ajustada y creativa como tantas otras cosas tuyas. Vistas así las cosas, efectivamente, todo ese viaje real e imaginario resulta muy atractivo, a falta de tiempo para poder tomar la ruta…
Si me permites un detalle más o menos nimio, quitaría a Sade y sus personajes de todo el proyecto. Hace siglos me hubiese parecido genial, como se dice ahora. Con el tiempo, he revisado un poco mis juicios. Y he metido al divino Marqués en una suerte de purgatorio, a la espera de futuras relecturas. Lo sustituiría por algo menos truculento, qué se yo, algún libro de Nabokov, si,
Q.-
Ricardo Lanza says
Es que… se trata de un libro enjuto por la humedad, roído por las ratas, hospiciana edición décimonónica, horro de torpes grabados presentando a mujeronas desnudas y humilladas, que el mozo viejo observa con fruición, pero teme ser sorprendido en falta; por eso, lo esconde entre el breviario, piensa que en el miércoles de ceniza todos le supondrán embebecido en la atención del memento mori, aguardando quizás la confesión que le perdone de otras cosas: rabietas, blasfemias en sordina, envidia hacia el alcalde, una vez que atisbó a la hija del pregonero quitándose las medias… Mientras, mira a Sade, a quien desconoce; pero le han dicho que es francés, y muy hereje, de esos que leían la Enciclopedia y adoraban a la diosa Razón; por tanto, mayor pecado; a lo peor precisa de Acto de Contricción General y es que, estimado… lo que se ve por ahí, lo que deben de hacer por esos mundos paganos…; y está en la ténebre estantigua castellana, reza el rosario un joven granadero de Don Carlos, un sacerdote anciano se santigua, cantan los frailes y beatos al son de la campana que el ángelus difunde. Diez de la noche, y al sereno, frío de penitencia.
JP Quiñonero says
Ricardo,
Describes bien todo ese lío relacionado con Sade… en el fondo fondo, hay algo que me da un poquito de miedo, u horroriza, vaya usted a saber. Me recuerda mi pueblo y los curas ensotanados de mi infancia, de un fanatismo que me inspiraba pavor, escoltados por una tropa entre fanática, ignorante y mesiánica… con el mesianismo de los pobres de pueblo ignorante, pobre y perdido en su pobre historia. Quizá exagero un poco. Tanto da. Mi pueblo y los pueblos de mi infancia tuvieron otros rostros, claro está, otros perfumes pueblerinos y campestres, qué se yo, el perfume de aquella pastelería, el perfume de los altares del mes de mayo, con sus dones y promesas…
Q.-