Salon du Livre, 24 marzo 2017. Foto JPQ.
El primer año de la presidencia de Emmanuel Macron, jefe del Estado desde el 14 de mayo de 2017, ha sacado a Francia de catorce años de inmovilismo decadente e inmovilismo gesticulante.
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Macron ha consumado parcialmente, en doce meses, la “ruptura contra el inmovilismo de izquierda y derecha” prometida por Nicolas Sarkozy el 2007.
Sarkozy fue elegido presidente prometiendo romper contra el inmovilismo socialista de François Mitterrand y el inmovilismo conservador de Jacques Chirac. Pero su presidencia (2007 – 2012) no sacó a Francia de un letargo gesticulante.
Hollande fue elegido presidente prometiendo una “reforma tranquila” que no llegó nunca, dejando tras sí un rosario de catástrofes, entre 2012 y 2017: hundimiento del socialismo francés, emergencia de las extremas izquierdas y extremas derechas populistas, un Estado que no inspiraba confianza y parecía incapaz de cumplir sus compromisos europeos.
Macron fue elegido presidente prometiendo una “revolución” (tranquila)… doce meses después, esa “revolución” está pendiente y “en marcha” (el nombre del partido presidencial), a la espera de unos frutos todavía invisibles.
En el terreno económico, Macron ha comenzado a realizar muchas de las reformas prometidas pero nunca realizadas por la derecha, desde hacía muchos años: reforma del mercado laboral, recorte del poder sindical, reforma de grandes empresas en crisis crónica (SNCF, sistema nacional de ferrocarriles)… a la espera de reformas de gran calado: fiscalidad, pensiones, sistema nacional hospitalario, recorte del número de funcionarios.
En el terreno político, Macron consumó hace un año un cambio muy profundo del modelo político francés, modificando radicalmente todos sus pilares tradicionales.
A la izquierda, el PS se hundió en la crisis más grave de su historia. La crisis del socialismo francés se inscribe en el ocaso aparente de los socialismos y socialdemocracias europeas. El reformismo de Macron aceleró la crisis de las familias socialistas moderadas.
A la derecha, la elección de Macron aceleró la desaparición de una o dos generaciones de líderes conservadores: Sarkozy, Fillon, Juppé abandonaron la escena política. Laurent Wauquiez, el nuevo líder de Los Republicanos (LR, derecha), el partido de Sarkozy, todavía es percibido como un joven sin experiencia, de incierto futuro.
A la extrema derecha, Marine Le Pen comenzó a hundirse en su desafortunado y fallido “duelo” audiovisual con Macron. El Frente Nacional (FN) atraviesa la crisis más grave de su historia.
A la extrema izquierda, Jean-Luc Mélenchon aspira a “federar” a las izquierdas “huérfanas” del hundimiento del PS y el PCF. Proyecto “rupturista” que no termina de cuajar. Los “insumisos” de Mélenchon viven en un “limbo” muy alejado de la credibilidad política nacional.
Instalado en la cumbre inaccesible de un presidente “jupiterino”, “cesarista”, “absolutista”, Macron tiene en su mano todos los poderes institucionales, parlamentarios, políticos y diplomáticos.
Esa soledad olímpica tiene muchas ventajas y algunos inconvenientes.
El presidente no tiene oposición. Los partidos han sido derrotados. Los sindicatos están perdiendo su prueba de fuerza contra el jefe del Estado: ni las huelgas ni las manifestaciones consiguen “paralizar” Francia; y las reformas presidenciales tienen buena prensa. Es el rostro positivo, para él, de su “absolutismo pos moderno”.
Todavía es pronto para saber si esa soledad absoluta, en el palacio del Elíseo, controlado con mano de hierro y guantes de seda por Brigitte Macron, será finalmente positiva o negativa, para el jefe del Estado y para Francia.
La OCDE, la Comisión de la UE, saludan las ambiciones reformistas de Macron, esperando que terminen dando los resultados esperados, recortando la fiscalidad y creando empleo, riqueza.
Varios analistas alemanes han llegado a afirmar que Macron es la “esperanza última” de una Europa paralizada institucionalmente, balcanizada políticamente, donde la emergencia de la marea negra populista es percibida como una amenaza continental. Optimista, voluntarista, joven general bonapartista al frente de “ejército” en curso de construcción, el joven presidente comienza a preparar nuevas batallas: un puesto en el sol del Parlamento Europeo para su partido, En Marcha (cogido en la “pinza” de conservadores y socialdemócratas europeos); y el bastión de la alcaldía de París, que sus fieles esperan conquistar y ofrecer como trofeo de nuevas campañas.
Macron, muchos viajes y pocas nueces.
Franceses contra Macron… minorías sociales, culturales y sexuales.
Franceses contra Macron… sindicatos en crisis, movimientos sociales en busca de identidad.
Franceses contra Macron… mujeres jóvenes que temen la precariedad.
Franceses contra Macron… funcionarios y ferroviarios.
Viejos y jubilatas: «¡Macron, NO toques mi pensión».
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Macron, absolutismo posmoderno.
La “revolución” Macron “provisionalmente aplazada”.
La revolución Macron: “¡Enriqueceos…!” 2.
jose says
Creo que Francia después de hacer la Revolución de 1789 se dio cuenta: la burguesía perdería el Imperio francés y dejaría de ser el faro ético de los derechos del hombre. La revolución de Haiti la primera revolución de esclavos negros con los ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad. Ideales que son universales y entonces el discurso cambia pero también pequeñas escaramuzas intentan llevarlo a la realidad. Son ficciones que crean realidad. Hoy no se puede hablar de política sin tener estos ideales presentes. Macron cree en una democracia orgánica nada de cambiar las cosas los de arriba, arriba y los de abajo, abajo. Pero hoy hasta los perros y los gatos quieren sus derechos. El Antiguo Regimen como el Fénix quiere renacer de sus cenizas e imponerse. Macron, Merkel, Rajoy…una Europa como la de antes pero sin muertos esto es cosa de terroristas. Barrios como campos de concentración y barrios como Versalles. Modelo España y ahora la Cataluña Independentista. Parlamentos jerarquizados pero todos hermanos con el mismo plan. El poder se diluye como el hombre. Siempre contra corriente hasta que llegue el agotamiento y todos ahogados.
JP Quiñonero says
Jose,
Creo que solo te sigo parcialmente… cuando Macron habla de guerra civil europea, entre los partidarios de las democracias tradicionales y las democracias iliberales creo que está planteando un problema político, institucional, incluso filosófico de inmenso calado…
Francia puede tener infinitos problemas, que es imprescindible denunciar, criticar e intentar corregir; pero… lo de las democracias iliberales (muchos de los países del este europeo) es algo mucho más grave y peligroso.
Lo de guerra civil suena muy fuerte, en efecto… pero algo hay de eso: se trata de modelos parcialmente antagónicos, conflictivos, enfrentados en su matriz última.
…
Cool…
Avanti..!
Q.-
Fina says
Hombre, Josep,
Que panorama tan desolador…»todos ahogados».
¿No quedará nadie para contarlo?
Bona nit!
José says
Tienes razon un poco liado. Lo que me gustaria decir con claridad es: el ideal de Libertad no puede entenderse sin la Igualdad y Fraternidad. Libertad de comprar paises. Libertad de someter pueblos. Los liberales son arrastrados por la corriente del todo vale y esto para una parte de la poblacion es humillante.
La primera parte de la G G acabo en Versalles y la segunda parte con la guerra fria parece continuar pues no se puede hablar de Igualdad y Fraternidad sin que los liberales se armen hasta los dientes. Liberales igualitarios y amigos. Todos en el mismo barco. El capital no puede planificar todos los aspectos de la vida y menos sin ser productivo. Hay que crear nuevas instituciones liberadoras que medios haylos.
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JP Quiñonero says
José,
Amén.
…
La indispensable aspiración a lo bueno, lo bello y lo justo solo puede reposar, a mi modo de ver, en una sociedad con unas leyes e instituciones que comiencen por defender la igualdad ante la Ley…
… a partir de ahí, es posible y deseable denunciar y exigir, sumando aspiraciones.
Se trata de un curro complicado, duro e incierto: pero real… la suma de aspiraciones consigue cosas, aquí y allá, siempre que exista un punto de vista común, defendido con cierta coherencia.
El problema se complica, hoy, cuando los seres humanos, hombres y mujeres libres, comienzan a ser clasificados por su ADN y su gen… humano, familiar, social, cultural y finalmente político…
… se trata, a mi modo de ver, de una perversión inquietante, que ha comenzado a funcionar en varios países de Europa del Este: esa es la denuncia de Macron, la guerra civil entre sociedades liberales tradicionales y sociedades iliberales con tentaciones autocráticas.
Macron puede y debe criticarse, pero defiende las sociedades abiertas.
Orban, en Hungría, y Torra, en Cataluña, utilizan un lenguaje excluyente, pilar de las sociedades iliberales: si ese lenguaje sigue progresando, será una amenaza social y política grave…
Torra y Le Pen, por ejemplo, tienen otro punto en común: no dicen cómo, cuándo y con qué dinero pagarán unas promesas que comienzan hablando del “pueblo” cuando ellos tienen una visión del “pueblo” que excluye a quienes tienen otro ADN u otro gen político (es la terminología que ellos y sus publicistas utilizan a diario, en Budapest y en Barcelona) … lo del ADN y el gen político es una terminología que se usa en Cataluña con una irresponsabilidad trágica… la semilla racista de esas palabras, que tienen un antecedente patético en los teóricos que hablaban del “hecho biológico catalán”… “identidad” que me pone los pelos de punta y me parece el embrión de un pensamiento racista,
Q.-
PS. Perdón por el tostonazo..!