Place d’Aligre, 10 marzo 2019. Foto JPQ.
Marianne, alegoría de la República, está cubierta ¿con un velo? que no es exactamente el antiguo y canónico gorro frigio, ¿enfrentada? a la mujer armada ¿qué defiende el orden, las instituciones, al gobierno de turno..?
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La crisis de los chalecos amarillos y el archipiélago Francia -no solo étnico- iluminan tensiones de nuevo cuño que grafiteros y artistas callejeros ilustran con una precisión que no siempre tienen los escaparates del mercado del arte.
La crisis de Francia, París, su banlieue / suburbios, desde la rue d’Aubervilliers.
Amor y guerra social [en los muros de las calles de París].
Macron / Chalecos amarillos… la crisis nacional de Francia es una amenaza para Europa.
Brassaï, street art y compra callejera en el mercado más cosmopolita de París, Aligre.
République, cuando llega la primavera… la parisina castiza y el arte del graffiti / street art.
El mercado más cosmopolita de París, Aligre, work in progress.
Irene says
Qué foto! No me parece que estés sobreinterpretando, no…
JP Quiñonero says
Qué ilusión, Irene, ay…
Q.-
José says
En el amor y la guerra todo esta permitido y sobre todo en el mercado multicultural. La tragedia desemboca en comedia. Hoy la furia del amor como la valentia en la guerra son cosas del pasado. Los sucedaneos son un poco de sexo interetnico y una delincuencia de low cost. Lo otro es terrorismo y fundamentalismo religioso o no. La nueva guerra y el viejo amor religioso. Hoy de las guerras mundiales solo quedan las gentes y los productos de todo el mundo en los mercados. Las ONGs han acabado con los misioneros y militares todo se reduce a eticas trasaccionales de productos economicos pero no espirituales. Lo unico espiritual que queda en este mundo es la mano invisible del novio y de la novia en el mercado.
Fina says
Josep,
¡Vivan los novios!
Dondequiera que se encuentren… 🙂
JP Quiñonero says
José,
No se si te sigo… Cuando dices: «Lo único espiritual que queda en este mundo es la mano invisible del novio y de la novia en el mercado…» Yo sustituiría la palabra mercado por algo más íntimo, y tan contentos, oye…
Q.-