Rue d’Aligre, 25 agosto 2019. Foto JPQ.
Con dolor e incertidumbre.
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Jérôme Fourquet describe con rigor estadístico la nueva Francia: un archipiélago de comunidades (sociales, étnicas, religiosas, culturales) que no siempre se entienden entre ellas.
Jean Viard describe con precisión sociológica la desaparición de la antigua Francia rural, víctima de la demografía y la transformación / agonía de los pueblos y la agricultura “tradicional”.
Le Point entona en su último número un “requiem por una Francia rural”, consecuencia de la revolución agraria en curso, acelerada por la mundialización comercial, las nuevas tecnologías y exigencias ecológicas, influyendo incluso en los hábitos gastronómicos.
Procesos que prolongan y aceleran las metamorfosis muy profundas de las últimas décadas:
Francia en crisis… ¿Existe todavía una sociedad francesa?
Macron y la nueva Francia… un archipiélago de comunidades conflictivas.
Violencia y angustia social en la Francia de Macron.
Campos sin niños, sin golondrinas, sin insectos, sin Ramón…
Paris mestizo, work in progress.
Cuando cae la canícula… la Gare Saint-Lazare, Monet, Proust y las metamorfosis de Francia & París.
Desde la primavera musical del campo al año ruidoso de las ciudades. Hasta hace poco la mayoria vivia del campo y en el campo. Gritaban la tierra para quien la trabaje. Hoy la tierra es de las maquinas y de los inversores. Cada vez mas cerca del pienso igualitario de las granjas y mas lejos del pensar individual. Si somos lo que comemos estamos lejos de la honestidad de la creatividad de la autonomia del trabajo y de la comunidad… Otro mundo se avecina.
Un mundo sin tierra que pisar sin agua que ver sin hogar con fuego sin aire que respirar. Francia cambia y el mundo tambien.
José,
Bastante Amén, claro… apenas un matiz… las cosas Bio y ecológicas han cobrado una dimensión particular, entre lo artesanal y lo «industrial»… acelerando la nueva revolución que están viviendo y sufriendo, en algunos casos, muchos agricultores…
Q.-
Entre Proust, Fina
y el cambio de piel de París, y del mundo, José
Sí, es un mundo que agoniza, decía Delibes. Quiño quiere dejar una puerta a la esperanza, lo bio-ecológico
Pero hoy me debato entre el romanticismo de conservar el campo, un mundo sin tierra que pisar, bien dice José, sin hogar con fuego, y las certezas de esta Francia, de este mundo que ya ha cambiado.
No, ya no vivo en el campo, en el mundo rural, como los míos, de generación en generación durante siglos. Estoy a casi 200km y es una lucha titánica entre la fé y la razón. Seré el último, ya muchos parientes cercanos vendieron sus tierras y viven como yo, pero más cómodos y sin preocupaciones, en Madrid, en Sevilla…me resisto. Los precios de los productos agrícolas son irrisorios, la labor ingrata, el clima cada vez más hostil, la soledad la única compañía ¿tiene algún sentido? me pregunto muchas veces, y entonces me asomo a esa nueva forma de entendernos, que son las redes sociales, y cuento lo cotidiano, la feria del ganado de Zafra, el parto de las ovejas, el barbecho reciente, la sementera próxima, los cencerros de Montehermoso, la cestería y esterones de Sara y su suegro de Zalamea…
y de alguna forma me redimo y redimo a otros, José, o yo me engaño con el entretenimiento y me acerco a Quiño cuando abre una rendija a la esperanza…
como leer a Proust, o contagiarme de las flores de Baudelaire, Fina
Pablo,
Es muy emocionante leerte… hablas con el corazón en la mano. Y eso inspira mucho respeto, sí.
La gente del campo, si, la gente que conoce y ama el campo tiene raíces muy profundas… y eso es muy importante. Y merece gran respeto.
Sería pretencioso, por mi parte, apuntarme a nada… Solo intento ser un observador lo más honesto que puedo, con mi muy modesta mirada.
A veces, lo que veo es o pudiera parecer más amable que otras. En ocasiones, lo que veo puede ser triste, amargo, incluso algo pero. Pero me parece honesto intentar darle visibilidad…
…
Un respeto, Pablo.
Avanti..!
Q.-
PS. Lo de la ecología y todo eso… ¡menudo lío..!
Pablo,
Que bien cuentas lo cotidiano… y qué difícil es aligerar el equipaje para el último y definitivo viaje. Qué hermoso redimirse y redimir…Gracias!!!
Cuántas cargas en el camino…
Sigamos leyendo a Proust… y a ver cuando puedo conocer las flores de Baudelaire.
¡Tanto que aprender, todavía…!