La Torre Montparnasse, desde un balcón de rue de Rennes / Saint-Germain, 5 / 6 abril 2020. Foto JPQ.
April is the cruellest month, breeding
Lilacs out of the dead land, mixing
Memory and desire, stirring
Dull roots with spring rain.
T.S. Eliot, The Waste Land. I. The Burial of the Dead.
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En París, la crisis del coronavirus está recordando, descubriendo y modernizando el arte del jardín y la plantación de legumbres “a la francesa”, en interiores, terrazas y balcones, donde vuelven a cuidarse flores y plantas, incluso “euforizantes”.
Al final de la Avenida Mozart, en Villa Montmorency, donde viven Carla Bruni y Nicolas Sarkozy, algunas señoronas han rescatado la vieja tradición aprendida en la adolescencia: cuidar y cortar ellas mismas las flores del jardín familiar a “la francesa” (geométrico, cuidando los principios de la óptica y la perspectiva), en oposición al jardín “a la inglesa” (mucho más “salvaje”, “campestre” y “natural”). Cerrada la florista de la esquina, los ramos de flores propias dar un “glamour” particular a las cenas forzosamente familiares y permiten enviar selfis con mucho color floral.
En el barrio de la Goutte d’Or (la Gota de Oro, inmortalizado por Émile Zola, en una de las novelas que “inventa” al Naturalismo literario, “La taberna”), entre “multicultural” y “proleta”, han proliferado los jardincitos de calle, con vocación “ecológica” y de “auto abastecimiento”: los vecinos de uno o varios inmuebles se alternan para cuidar pequeños “vergeles”, no solo floridos.
En el barrio de Belleville (donde terminó la Comuna de París, inmortalizado por varias novelas de Pío Baroja), donde estalló la Primavera árabe parisina, la policía ha detenido a una banda de “colegas” que habían montado un floreciente “negociete”: producir “maría”, “chocolate”, hachís, en un par de balcones de patios interiores. El consumo privado de carácter “terapéutico” alternaba con la venta a las amistades, un poco o un mucho angustiadas, dispuestas a pagar un precio aceptable por un artículo de “producción privada”.
En el barrio del Canal Saint-Martin, inmortalizado por una película que estuvo en el origen de la “Nouvelle Vague” cinematográfica (Godard, Rohmer, Chabrol, Truffaut, etcétera), “L’Atalante”, han florecido pequeños jardines, en balcones de un mismo inmueble, que los vecinos cuidan en común, alternándose. Los más avispados han comenzado a plantar tomates, patatas “dulces”, incluso lechugas de temporada.
La sección “Paris côté jardin” (París, desde el jardín), del vespertino “Le Monde” se ha visto “asaltada” por lectores que piden consejos: como “dar color” a los geranios u otras flores del balcón; dónde comprar bulbos y semillas en tiempos de confinamiento; qué flores dan mejores perfumes; ¿mucha o poca agua para estas o aquellas flores…?
Con el buen tiempo primaveral y el confinamiento, el gran arte del cultivo de flores en el balcón no solo ofrece entretenimiento. Permite amueblar el tiempo lejos del horror de los programas de información permanente. El buen tiempo y los buenos cuidados devuelven a las jardineras del más modesto balcón una fragancia profunda, anunciando el triunfo final de la vida, durante el más cruel de los meses, abril, en el legendario poema de Eliot, “La tierra baldía / La tierra asolada”, removiendo las raíces muertas con la lluvia de la primavera.
The Waste Land / Tierra Asolada, T.S. Eliot, traducción de José María Álvarez.
La crisis vista por Mantegna y Eliot.
José says
Es el mes de abril
y es el momento de enterrar a nuestros muertos
El frio no los protege de los hedores de su corrupcion
La tierra como loca pide abono para sus bulbos
Los roedores salen de sus madrigueras para inundar las calles vacias y ruinosas de las ciudades
Los pajaros construyen sus nidos sin perder tiempo para poder covar sus huevos
Todos aquellos que han invernado salen de sus cuevas con la suficiente violencia para comer y montar o ser montado o dejarse montar para parir nuevas crias
Todo un mundo se destruye para abonar un nuevo mundo primaveral
.Hay que enterrar rapido a nuestros muertos sino queremos perderlos para siempre
El calor viene para expulsar el frio
JP Quiñonero says
José,
Bello texto… las palabras también pueden iluminar la realidad…
Avanti..!
Q.-
Fina says
Hombre, Josep,
Visto así…
Destruir para reconstruir…
O morir para resucitar…por algo celebraremos la Pascua de Resurrección, digo yo…
Fina says
Quiño,
Cuanto me gusta el arte del cultivo de las flores, ¡son tan agradecidas! Y cómo embellecen jardines y balcones con sus colores y fragancias…
«…anunciando el triunfo final de la vida, durante el más cruel de los meses, abril, en el legendario poema de Eliot, “La tierra baldía / La tierra asolada”, removiendo las raíces muertas con la lluvia de la primavera».
Gracias por alegrarnos la vista, y más, en tiempos del coronavirus…
Buenas noches a todos/as.