El interés aparente de algunos lectores / as por los problemas de Carmen Laforet, en Caína, son indisociables, como ellos mismos recuerdan, del problema mucho más vasto de la cultura española en el doble exilio, interior y exterior, durante la guerra civil y el franquismo.
Sobre el exilio interior, me remito a los trabajos recientes y galardonados de Jordi Gracia y a su ensayo sobre Dionisio Ridruejo.
Sobre el exilio exterior, se han escrito obras de obligada referencia. Y en algunos de esos trabajos es posible leer la crítica de Semprún contra “Nada”. JORGE SEMPRÚN Y NADA. Da una idea muy gráfica del sectarismo policial del personaje.
Paradójicamente, en efecto, está mal explorada la censura ideológica de algunos dirigentes del PCE (Jorge Semprún) sobre algunos escritores de la época. La crítica de Semprún contra Carmen Laforet es un modelo canónico de persecución ideológica, que tuvo una consecuencia práctica evidente: la escritora tuvo que morir y esperar en la tumba que su obra fuese publicada y reconocida en Francia y Alemania, donde la influencia de Semprún, entre otros, era y continúa siendo peligrosa.
Se trata de un problema cultural de fondo, indisociable de otro quizá mucho más trágico: el mismo personaje que se servía del marxismo leninismo, Stalin y Mao, para hundir a la joven Carmen Laforet, había sido el comisario político que trabajaba, pocos años atrás, con la misma fe mesiánica, en las oficinas del campo de concentración de Buchenwald, beneficiándose del trato de favor político que los SS ofrecían a los kapos que estaban a su servicio y elegían a los compañeros de reclusión que debían ser condenados a trabajos forzados de los que no se volvía nunca. El mismo autor que, cincuenta años más tarde, consiguió que Gallimard mutilase una biografía de Marguerite Duras donde se cuenta como Jorge Semprún la denunció a ella y a su marido (Antelme) ante el bureau político del PCF.
¿Debo recordar que fue el mismo personaje, ministro de cultura, quien favoreció la concesión de un canal de tv de pago, poniendo en contacto a los hombres de Mitterrand y Felipe Gonzalez, con grandes intereses empresariales en los medios audiovisuales de Francia y España, para ser recompensado con puestos en varios consejos de administración?
Jorge Semprún lleva medio siglo silenciando aquellos trabajos suyos en Buchenwald, cuando todavía está por historiar la importancia de las censuras stalinistas contra los escritores españoles del exilio exterior: los escritores del exilio interior fueron víctimas, al mismo tiempo, de la represión franquista y de las ominosas denuncias de los comisarios stalinistas.
Caína.