A juicio de Jean-Dominique Giulliani, el software libre, libremente distribuido, en código abierto, es “un mito libertario, peligroso para la industria”. Sin embargo, basta con seguir la actualidad de Abadía Digital, entre otras incontables fuentes posibles, para advertir que, en verdad, el “mito libertario” toma hoy infinitas formas, que están revolucionando muchos de los fundamentos de nuestra civilización.
Európolis, Babel y Cía. Mártires del Terror, Agradecimientos y Encierros visibles e invisibles.
A lo largo del siglo XX, llegó a pensarse que los marxistas habían ganado su batalla contra los libertarios (conflicto que data en el terreno político contemporáneo de los enfrentamientos de Marx/Engels contra Bakunin/Kropotkin). Con las excepciones de las elites políticas cainitas y suramericanas, atraídas hacia el abismo por sus obsesiones autoritarias, no es hoy fácil encontrar en la nueva geografía mundial de las ideas iniciativas que propongan soluciones burocráticas de Estado para incrementar la libertad, la prosperidad y la justicia. Son incontables, por el contrario, los frutos maduros de una nueva y frondosa primavera de “mitos libertarios”.
Ramon says
En verdad algo está pasando aunque algunos no quieran verlo o reconocerlo.
Queda una fuerte resistencia ante el empuje, sino de lo libertario estrictu sensu, sí de lo no-burocrático, complejo, evolutivo, desestructurado, autoorganizado … pero enfocado a objetivos comunes, lo social, lo económico. El impacto del famoso código libre sólo es un ejemplo. Los conceptos de lo evolutivo y complejo, extraídos de la ciencia actual, aportan material para transponerlo a la organización y dinámica sociales. Nuevas posibilidades que requieren otras formas de pensar. Las viejas adherencias, claro está, se resisten. !Cómo no!
Ramon says
Conocí a Mestre en mi primer viaje a Méjico en 1990. Se reunía con sus amigos (y con mis anfitriones en D.F.) en un cafetito cuyo nombre no recuerdo y juntos repasaban la actualidad, criticaban escritos y llevaban toda una actividad de reflexión, crítica y activismo… a sus setentas y ochentas años. Un recuerdo imborrable de energía pacífica.
JP Quiñonero says
Que suerte, Ramón..
Q.-