Quizá la “literatura” sea el aspecto menos “importante” de la lectura. Cuando leí por vez primera Difunts sota els ametllers en flor (1969), de Baltasar Porcel, descubrí la existencia de unos catalanes cuya memoria individual y colectiva era indisociable de los genios de la tierra y la “arquitectura espiritual” tejida por la cultura de la lengua natal, creando las palabras y la tierra un espacio mítico común, cuya genealogía es muy fácil reconstruir en la historia de la alta cultura catalana.
Cuando leo La força de la gravetat (2006) de Francesc Serés descubro, entristecido, que, en verdad, aquella Cataluña mítica quizá esté agonizando, víctima no solo de Madrid, de España, etc.; si no víctima, también y sobre todo, de los catalanes devorando Cataluña.