Felices vacaciones, 4
A la hora de un Ángelus sin campanas, ni fieles, ni creyentes, cuando las horas y los días se miden al precio de las habitaciones de alquiler, lejos de la playa, mar adentro, los reflejos de la luz dan al agua marina infinitos tonos cristalinos y esmeralda. Cierro los ojos, feliz, oteando en la lejanía la silueta del Turó des Encantats. Me dejo flotar, para recibir las caricias del sol y el agua salada. Hasta que un perfume fétido me advierte de una amenaza inquietante.