Ronda Litoral, 29 jul. 06. Foto by JPQ
El alma en pena de Josep Pla me asalta cada noche –a la manera del espíritu de Esquilo, comunicándole a madame Victor Hugo que su esposo era el único heredero de los trágicos griegos, durante memorables sesiones de espiritismo de mesa de camilla-, lamentándose con lúgubre melancolía de la cínica hipocresía con la que, ya muerto, el estamento municipal de Barcelona dio su nombre a una calle perdida en unos parajes que causarían pavor a los huidos genios de la tierra.