Tirando papeles, esta sofocante madrugada de ruidos, calor y bochorno, descubro una ficha de trabajo de hace uno o dos veranos, sospecho que siempre actual:
¿De donde viene la afición y manía cainita de servirse de los cadáveres como mercancía política, ideológica o publicitaria..?
Variación del tema clásico de la profanación de los muertos. En nuestro caso, ese topos cívico remonta a la Picaresca y quizá sea un síntoma de la enfermedad general del espíritu descrita en De la inexistencia de España / De la inexistència d’Espanya.
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