Op.
Entre otras razones no menos profundas, las habaneras debieran recordarnos que las relaciones entre España y Cuba son algo más hondo que las relaciones diplomáticas. Al igual que las correspondencias y ensayos cruzados entre José Lezama Lima, Juan Ramón Jiménez y María Zambrano, por ejemplo, hablan de vínculos éticos, morales, culturales, mucho más profundos que las relaciones económicas.
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El insondable legado lírico de las habaneras se pierde en un pasado común muy anterior a la independencia cubana. Las relaciones entre María Zambrano, Juan Ramón y Lezama son una página esencial para la historia de las relaciones culturales entre las Españas de una y otra orilla del Atlántico. Era Juan Ramón quien hablaba de los “españoles de tres mundos”: título de un libro capital, ausente, por supuesto, de las “grandes librerías” españolas, caídas en un abismo de insignificancia publicitaria.
De ahí, me digo, que la iniciada transición política cubana merezca algo más que sensibilidad diplomática: nuestra memoria común y nuestra responsabilidad moral ante todas las víctimas, los anhelos de bienestar y libertad, la problemática reconciliación de las familias (comenzando por la de Fidel Castro, cuya hermana tiene un lenguaje implacable: “Lamento mucho las desgracias ocasionadas a Cuba con tantos años de dictadura, y que haya sido mi hermano el responsable de una situación que se alarga tanto”), debieran exigirnos una movilización cívica de carácter fraternal.
Quizá nuestra manera más honrada de ayudar al pueblo cubano fuese la de limitarnos a apoyar con enérgica firmeza solidaria la emergencia de una sociedad civil libre, que pueda asumir plenamente su propio destino, en paz.
Apoyo que no tiene nada de pasivo. La primera responsabilidad del Estado es ofrecer ayuda, cobijo, esperanza bien activa e inmediata a quienes estén prestos a salir a la calle para pedir pan, responsabilidad y libertad. La primera responsabilidad de quienes comerciamos con la palabra escrita quizá sea la de ofrecer espacio y medios de expresión a todas las distintas sensibilidades de quienes aspiran a poder asumir su propia libertad.
“Luz y taquígrafos”, en definitiva, para iluminar la transición de un pueblo en búsqueda de sí mismo. Luz mucho más próxima de Zambrano, Lezama y Juan Ramón que del matonismo ideológico. Taquígrafos para liberar la memoria histórica de las telarañas policiales, dando la palabra a los más débiles, a las víctimas, a los proscritos, todavía perseguidos por las ratas policiales que aún controlan el timón de un navío sin rumbo, donde una orquesta espera el momento de atacar la partitura de inolvidables habaneras, en libertad.
maty says
Música cubana… desde el exilio. Un disco imprescindible, lleno de ritmos cubanos de la mano de Albita que estáis tardando en escuchar (las letras están muy bien y algunas tienen doble sentido). Además, la calidad del sonido es excelente (el mejor que se puede conseguir en formato comprimido a día de hoy para música).
Nauscopio Scipiorum Albita: No se parece a nada (1995)
– Que lo disfrutéis –
JP Quiñonero says
Maty,
Qué maravilla de links / sugestiones… Para quien no la conociese, a consumir sin medida, imprescindible para sobrevivir, Qué manera de quererte, que manera,
Q.-