“Hojas del árbol caídas, juguetes del viento son”, José de Espronceda. Bronce pintado. 340 x 200 cm. Pieza única.
Imposible una escapada a Madrid, me consuelo como puedo mirando y volviendo a mirar, maravillado, el catálogo de la Hojarasca de Rafael Muyor, con prólogo de Miguel Fernández-Pacheco y fotos muy bellas de Pilar Pequeño, cuya obra apenas conozco aunque me atrae mucho.
Hojarasca reúne en la galería de Leandro Navarro la obra última de Muyor, uno de los maestros de lo que convencionalmente se ha dado en llamar “realistas de la segunda generación”.
Muy al contrario de los “artistas” y “escultores” que se sirven del bosque para martirizar a los indefensos árboles con sus peregrinas ocurrencias desalmadas, Muyor siente un respeto inmenso por las hojas muertas y vivas, que contempla amorosamente con la pasión del naturalista y el caminante solitario, maravillado ante los majestuosos colores del otoño y la primavera. Con sus manos y en bronce construye Mayor esculturas de hojas muertas que cobran una nueva vida, a través de composiciones de racimos, ramas, enredándose en el metal noble y la memoria con el gozo intacto de las más bellas geometrías y arquitecturas vegetales: espejos de la vida botánica más pura, echando raíces de bronce en el taller de la creación.
PS.- No menos bellas son las citas y versos de Espronceda, Argensola, Góngora, Miguel Hernández, Lorca, Rubén Darío, Rosalía, Campoamor, Neruda, Alberti, Antonio Machado, con los que Muyor da título a sus obras.
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Biografía NO autorizada de CJC. Una cultura confiscada por las mafias.
Gregorio Luri says
Cantar como si fuera una jota aragonesa:
«Hojas del árbol caídoooo….
juguetes del viento sooooon
no le pegues al chiquilooooo
que ya ha paicido’l peineeeee»
Juro que se la oí cantar, hace tiempo, a un borracho en Zaragoza.
JP Quiñonero says
Hola Gregorio,
Que maravilla, ¿no?.. ¡borrachos que cantan a Espronceda..!
Cuando yo estudiaba bachillerato, todavía debíamos aprender de memoria algunos poemas, comenzando por la Canción del Pirata, claro.
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¿Qué aprenden hoy los bachilleres?..
Q.-
Gregorio Luri says
Aprender ha pasado de moda. Hoy lo moderno es enseñar. Todo el mundo enseña. A veces se habla de la invasión de la intimidad por los medios. Es exactamente al revés. El gran peligro contemporáneo es la sobrexposición impúdica de la intimidad. «¿Qué opinas de….?» Esta es la pregunto tópica de un examen actual. Pero si la opinión se convierte en criterio, entonces el canivalismo es un asunto gastronómico. ¿Se me nota el cabreo?
JP Quiñonero says
OK, Gregorio,
Para mí, la palabra esencial de tu anotación es canibalismo.
En caína, la opinión es Ley Carnívora: se opina de todo sin tener idea de nada. En nombre de la «libertad» y la «democracia», los medios de incomunicación de masas invitan al personal a devorarse los unos a los otros.
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Henry James ya denunciaba el riesgo de caer en la opinión si tener ni idea. Busco en mi memoria la cita exacta, pero no me viene.
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Con respecto a la enseñanza.. un Espanto.
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Saludos,
Q.-
Antonio Castillo Alg says
No todo está perdido en la enseñanza. No creo que haya derecho al desánimo. En vez de quejarnos, yo propongo (y practico) amar de veras aquello que intento enseñar, contagiar entusiasmo, estudiar mucho yo mismo, no mentir jamás. Pensar que si no somos capaces de interesar explicando la historia, la literatura, la filosofía, es culpa nuestra; algo está haciendo uno mal si unos chicos no se conmueven ante el soneto V de Garcilaso, es un poner. Hay que perseverar, hacerlo mejor cada día. Pienso, por ejemplo, en como Lázaro Carreter comparaba las descripciones de los caballeros del Mío Cid, con las cronicas deportivas que habalaban de los ciclistas del Tour.
Tampoco hay que despreciar lo nuevo, sería un grave error.
JP Quiñonero says
Antonio, Por Supuesto… mi hermana es catedrática (filología inglesa) y siento gran respeto por ella y sus colegas…
.. digamos, por decirlo de otra manera, que el Logos vive tiempos difíciles; y sería absurdo y suicida tirar la toalla, claro..
Q.-
Gregorio Luri says
Claro, claro. Pero es precisamente el amor a lo que hago y el respeto a mis alumnos lo que me empuja cuando comienzo mis clases de filosofía a dejar bien claro (con intención provocadora, evidentemente) que en ellas el que opine está suspendido. Se tiende demasiado facilmente a justificar el valor de la opinión en el hecho, indudable, de que «es mía». Y la libertad de opinión se convierte así en dictadura de la improvisación (en consonancia con la prédica a la espontaneidad inocente de cierta pedagogía). El resultado: el zappismo intelectual. Lo que permite la discusión racional es el aporte de razones, no de opiniones. Sólo con las primeras nos exponemos a la crítica, mientras que con las segundas nos blindamos ante toda objeción.
JP Quiñonero says
Chapeau, Gregorio..
Lo de «dictadura de la improvisación» me parece un concepto de primerísima Categoría. Quizá indispensable para entender la Tiranía del Mal Gusto y la Ignorancia cainitas que se propaga, en Caína, a través de..
Q.-
Antonio Castillo Alg says
Eso es, Gregorio, que aprendan a perderle el respeto a la «dóxa», pero siempre en pos de la «alétheia». Aunque lo del zappismo intelectual no me desagrada, por dos razones: los chicos de hoy, sobreestimulados, tienen gran capacidad para simultanear la atención, aunque se aburren rápido (no es malo, si se sabe usar, volviendo sobre lo mismo en distintas ocasiones y desde distintos puntos de vista); además, es muy orteguiano (la obra de Ortega es bastante «zappera»).
Por otra parte, la filosofía solo puede ser divertida, ha de tener mucho de juego; pienso en la Lecciones de Morente, el encanto con el que explicaba a Zenón y cómo éste divertía a los griegos. O en las frases que siempre nos repetía mi maestro, don Julián Marías: «no hay que fiarse del que no le gusten los dibujos animados; o del que no le guste la fruta», «no se debería permitir hacer filosofía al que no haya tenido perro».
Creo que los chicos de hoy tienen mucho aprovechable, creo que más que mi generación (tengo 35), solo están menesterosos.
Saludos
JP Quiñonero says
Un poco optimista te veo, Antonio… No hay nada malo ni en el zapeto ni en los dibujos animados… la Tragedia se precipita cuando no se es capaz de discernir la diferencia entre los/las Mangas y el Cuatrocientos italiano… y, no te digo nada, cuando en nombre de la libertad de expresión es necesario soportar las impertinencias y opiniones de..
Siempre hay algo aprovechable: lo Trágico, para mi, es la Pérdida de Tiempo y la Consagración de la Trivialidad convertida en Norma: instaurando la Tiranía de la Improvisación que decía Gregorio..
Q.-
Gregorio Luri says
No hay nada de malo, sobre todo si se tiene sentido de la oportunidad. Algún lugar deberá estar reservado precisamente para lo que no es ni estrictamente divertido, ni inmediatamente gratificante . En algún lugar nuestros jóvenes deberán poder ejercer el derecho humano a pasar por la experiencia del esfuerzo, de lo mediatamente gratificante. En algún lugar también deberán aprender a conocer sus límites intelectuales. Y otra cosa: No me siento en absoluto cumpable de que a todfos mis alumnos no les guste Kant. Más bien me doy por satisfecho si le gusta a alguno.
Joaquín says
Si me dan Vds. permiso para terciar en este sabio coloquio, añado que lo grave no es opinar, sino ignorar las reglas de la discusión, y carecer del sentido de la verdad.
En un medio social en que se haya perdido el respeto a la «metafísica» y se dude del valor de la verdad, encubierta bajo el manto del «discurso» o de la «voluntad de poder», etc., convendrán conmigo que opinar, discutir y razonar vendrán a significar lo mismo, es decir, nada.
JP Quiñonero says
Otro punto capital, el que avanza Joaquín: la opinión más absurda tiene sentido, presentada con Gracia y con Respeto.
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El problema carpetovetónico es que tras la opinión se manejan las pistolas de la Ignorancia y algo más modesto que la voluntad de poder: el Matonismo.
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Con respeto y con gracia, la vida misma cobra otro sentido. «Usted primero, oiga..».
Q.-
Antonio Castillo Alg says
Perdón, pero quién ha dicho que esforzarse denodadamente, incluso aunque se fracase (no se obtenga gratificación inmediata) no sea tremendamente divertido; jamás he asistido a una clase de filosofía de Julián Marías en 10 años, que no fuese luminosa, clara, llena de humor, divertidísima (una hora que parecían segundos); leer a los filósofos era para Morente el mejor pasatiempo. Esforzarse, si es en algo que merece la pena, y se sabe para qué, es la mayor de las diversiones. Ver a un verdadero profesor hablar de lo que más ama, le gusta y sabe, es puro espectáculo; el profesor es también «entretainer», y si aburre, lo está haciendo mal.
Y desde luego, Joaquín, poco sentido tiene enseñar la filosofía (y cualquiera otra cosa) si no se cree en la verdad y en la necesidad de buscarla.
El manga, Quiñonero, está en la foto con que ilustras tu entrada de arriba.
Lo de gran cultura no depende de dónde, cuándo, ni qué éxito tenga. Y habría mucho que decir de lo absurdo de la estiqueta “cultura” (no digamos si la ridiculizamos aún más con un “gran”).
Harry Potter es, sencillamente, estupendo (he leído cada libro en un día; a lo mejor sí habríamos de preocuparnos por las pésimas traducciones, y de que lo lean los chicos y mayores en inglés); por no hablar de Narnia, o The Lord of the Rings, que son mucho más que estupendos.
O Tim Burton, y el delicioso «The Melancholy Death of Oyster Boy and Other Stories».
El cine es genial (gracias a Dios, más entertaiment que cultura).
«La sombra del viento» o Dan Brown, claro, son patéticos. Peter Pan ayuda a seguir vivo. Los superhéroes, son los héroes griegos de vuelta.
Hay que molestarse en distinguir, en buscar con afán de encontrar lo que merece la pena. La literatura infantil y juvenil es imprescindible. Lo que hay que saber distinguir no es entre el manga y Botticelli, sino entre el manga y Pixar, o Disney. Entre Tarantino y Spielberg (Tiburón, ET, o en Busca del Arca perdida, son mil veces mejores que sus películas «serias», y nadie debería vivir sin ellas).
Shakerpeare o Cervantes son sensuales, divertidos (otra vez),un juego, o no son.
En fin… Léase «Hommo Ludens» de Huizinga (o el ensayo «El Quijote en la escuela», de Ortega).
Wallenstein77 says
Hola a todos:
Creo que lo de la opinion se debe contextualizar. En una clase de ESO no puedes pedir a los alumnos que den su opinion como si tal cosa. En un Bachillerato el que los alumnos opinen creo que si es importante, puesto que estan al final de su proceso de aprendizaje en caso de no ir a la Universidad o seguir con un modulo superior.
Pero la opinion, la busquemos en un aula de bachillerato, de eso o de la facultad, siempre debe estar argumentada y por tanto basandose en hechos. Que se pida a un alumno que realice un trabajo dando su opinion personal una vez que se ha explicado una unidad didactica y en base a ciertos materiales (documentos historicos por ejemplo) creo que puede ser mas productivo que el pedirles que nos reciten por ejemplo las fases de la expansion del Islam.
Creo que la principal labor de un docente, sea en secundaria, sea en bachillerato o sea en la universidad, no es enseñar filosofia, historia, matematicas o lo que sea. Es sencillamente enseñarles a pensar por si mismo, al menos en mi modesta opinion, para que sean personas con capacidad critica.
Tampoco debemos olvidar que en la instruccion es necesaria la curiosidad. Si logramos que nuestros alumnos tengan curiosidad, tendremos ganada gran parte de la batalla.
Saludos a todos.
JP Quiñonero says
Antonio, Wally,
¡Si yo hubiese tenido maestros como vostros.. !!..
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Supongo que llevais razón en todo. A estas alturas de la noche, cuando comienzo a caerme de sueño (¡¡!!) como un bebé (me levanto a las 5 o las 5.30) siento admiración por la fe, la voluntad y la alegría que poneis en la defensa y exposición de vuestras ideas, que no opiniones..
.. Avanti!!!
Q.-