Picasso, 1970. Museo de Málaga.
Picasso. Minotauro, devorador de formas, estilos y mujeres.
En Viena, el Museo Albertina ha decidido explorar el rostro más fúnebre del genio: el Picasso declinante que contempla la inminencia dramática del fin. El cuerpo, finalmente alicaído. La sexualidad, un melancólico recuerdo que hace más triste la vejez. El arte: rostro mortuorio de la decadencia propia, dejando pavorosos autorretratos.
Cabeza, autorretrato. 1972.
Los incontables rostros de Picasso tuvieron infinitas exégesis y metamorfosis. El erotismo ocupó siempre un puesto esencial. El Picasso último, explorando las metamorfosis carnales que preceden a la muerte posee la misma fuerza vertiginosa.
Busco y no encuentro mi texto sobre el Picasso erótico, que data del 2001 y continuaré buscando. El encuentro carnal entre Picasso y mi CJC tiene ese origen último, cuyas raíces datan de la necrológica que se publicó en Cuadernos Hispanoamericanos.
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