Tras la retirada de una versión de Idomeneo de Mozart, en la Deutsche Oper, víctima del miedo a las reacciones islamistas, Angela Merkel ha denunciado el riesgo de la autocensura, las concesiones al miedo y el chantaje; y Wolfgang Schäuble, ministro del interior, ha conseguido de los dirigentes musulmanes alemanes una concesión capital: «Hemos acordado que, si se anuncia una reposición, y conseguimos entradas, iremos a la ópera todos juntos». Según Frankfurter Allgemeine Zeitung, todos los alemanes, incluidos los musulmanes, “necesitan” a Mozart.
No sin cierta ironía, el International Herald Tribune estima que la ópera puede pacificar a los musulmanes alemanes (unos 3 millones).
Quizá se trate de un cambio de rumbo (¿?) en el largo e imprevisible proceso negociador entre europeos musulmanes y europeos de distinta confesión religiosa, laicos o agnósticos. Cuando el estallido de la crisis de las caricaturas de Mahoma (2005), Jacques Chirac “lideró” una tendencia europea que pedía “comprensión y respeto” para las “convicciones religiosas”. Se trataba de una vergonzosa humillación voluntaria. Angela Merkel adopta una posición diametralmente opuesta: defensa intachable de la libertad de expresión… y, al mismo tiempo, invitación al diálogo a los musulmanes alemanes, en torno a un valor común: Mozart.
Veremos.
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