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Rosa Chacel y María Zambrano hubieran sido felices triunfando en París. Pocos años antes de morir, todavía me llamaba Rosa esperando noticias de una posible traducción de La sinrazón, que debía terminar J*. En la inmediata posguerra, Rosa vivió ¿dos años? en la misma calle donde se hospedaron Antonio y Manuel Machado, en su primer viaje a París, a dos pasos de los jardines del Luxemburgo. Pasan los años. La Zambrano ha tenido más suerte.