Naciones Unidas condena “inequívocamente” ─las comillas son del servicio de prensa de la Organización─ el asesinato de Pierre Gemayel y aprueba “la creación de un tribunal internacional que investigue el asesinato de altos cargos, en el Líbano”… «¡¡Socorrooo…!!!»
Los más ilustres optimistas consideran “ineficiente” el sistema de Naciones Unidas, pero se preguntan, con razón, cual pudiera ser la situación mundial sin tal “escudo” (¿?). Los pesimistas razonables aceptan tal principio, pero recuerdan la trágica relación de crímenes, genocidios, guerras, matanzas, torturas, intervenciones fallidas, intervenciones no cubiertas por la bandera multilateral; ante las cuales, tal sistema nacido con los mejores propósitos terminó convirtiéndose en una gigantesca maquinaria burocrática, cuyos primeros beneficiarios son las tiranías y dictaduras de un número impresionante de miembros bien instalados en todos los escalafones de la Organización.
Los pesimistas estoicos, entre los que me encuentro, recuerdan no sin cierta melancolía que el sistema de Naciones Unidas también sirve a los Estados más hipócritas para limpiar sus lágrimas de cocodrilos desalmados con una bandera que otros utilizan para cubrir los cadáveres y la sangre que corre por las calles.
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