Kiki de Montparnasse, una obra emblemática.
¿Saben los españoles que uno de los patriarcas fundadores de la escultura contemporánea fue Pablo Gargallo..?
Al filo de la exposición de La Pedrera, Julius Purcell deja caer en Financial Times que, en verdad, Gargallo fue uno de los grandísimos maestros que contribuyó a forjar la escultura de la edad moderna: evidencia que la crítica y las instituciones, por no hablar de la ignorancia de los medios de incomunicación de masas, se resisten a subrayar, dejando constancia de su descarrío.
Gargallo también fue un dibujante excepcional. Joven, 1898.
Comisariada por Rafael Ordóñez Fernández, director del Museo Gargallo de Zaragoza, que ya organizó la gran retrospectiva del IVAM, el 2004, la muestra de La Pedrera presenta 78 esculturas, 16 dibujos y 11 cartones del maestro zaragozano. Y el público descubre el deslumbrante magisterio que las mafias filantrópicas del ramo artístico ocultan tras la retórica parda de las sirenas de unas escuelas y vanguardias difuntas.
A la espera que el Reina Sofía abra la gran sala anunciada, el misterio, la leyenda y el magisterio olímpico de Gargallo todavía necesitan más que otros la revisión en curso de la historia del arte del siglo XX. Fueron Gargallo y Julio González quienes iniciaron a Picasso a la escultura en hierro. Y, en ese terreno, la herencia de Gargallo quizá sea la más alta y misteriosa, fecunda. Tras la defunción de incontables escuelas, el suyo es un legado para mañana, cuando se escriba la nueva historia de la defunción y resurrección del arte por venir.
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