¿Hay tragedia más pavorosa que la profanación de las tumbas con fines cainitas? ¿Puede ser libre una sociedad cuando en las escuelas se enseña el odio y la venganza?
Sin entrar en el pantanoso debate político de la necesidad o peligrosidad de una legislación en materia de memoria histórica, debo afirmar que el único texto que he leído sobre tan grave cuestión, escrito por un político de cierta relevancia, es el artículo de Jordi Pujol, titulado, Memorial Democrático, publicado en La Vanguardia el 14 de diciembre.
Pujol subraya lo ensencial:
¿Quién debe pedir por los asesinatos y fusilamientos franquistas? ¿Quién debe pedir perdón por los asesinatos y fusilamientos de la zona republicana? ¿Quién puede y tiene derecho a formular una doctrina oficial de lo que es democrático y lo que no lo es, basándose en una visión muy parcial?
Pujol concluye subrayando el riesgo de ahondar el drama de una democracia muy sesgada. Centre d’Estudis Jordi Pujol, Memorial democràtic.
PS.- Cuando escribí mi ensayo De la inexistencia de España suprimí voluntariamente un capítulo consagrado a las ideas de Jordi Pujol sobre Cataluña, España y Europa. Temí dar a mi libro una dimensión política innecesaria. Hoy lamento aquella censura voluntaria. Con respecto a la legislación en curso de discusión parlamentaria: no me interesan en absoluto, y me inquietan, las llamaradas ideológicas y políticas. Leo el artículo de Pujol que justifica estas líneas desde una óptica puramente moral: terreno que no interesa en absoluto a los medios de incomunicación de masas ni a la infame turba política.
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