Lo que ayer evocaba con una brizna de ironía [La psiquiatría, un recurso novísimo para normalizar el diálogo castellano, vasco, catalán], se me antoja hoy una necesidad inmediata: recurrir a la psiquiatría para intentar analizar la marcha de los negocios públicos cainitas, cuya regla de oro es el comportamiento esquizofrénico: digo una cosa, pienso otra, hago una tercera, etc.
Basta con abrir cualquier periódico y evitar la contaminación individual en torno a los vendavales de palabras usadas con furia “homicida” (destruir con linchamiento la credibilidad del adversario), para advertir el carácter esquizofrénico de la crisis cainita, indisociable de la retórica endemoniada en torno a una docena corta de palabras y locuciones verbales:
● Alcance, rectificación y matización de lapsus linguae, como «papelito», “accidente” y “atentado terrorista”.
● Diferencias abismales en torno a la palabra “libertad”.
● Eufemismos a geometría variable en torno al “fin de la violencia”.
● Usos y abusos de “paz y diálogo”.
● Rechazo feroz de todo “diálogo” con el vecino, en nombre del “pacto”, la “libertad” y la “democracia”.
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Diccionario del español actual, Manuel Seco, Olimpia Andrés, Gabino Ramos.
Esquizofrenia, f. 1 (Med) Psicosis de carácter evolutivo, caracterizada por disociación psíquica, despersonalizada y pérdida de contacto con la realidad. 2 (Lit) Disociación o divergencia entre pensamiento y palabra y conducta o realidad.
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