Sin título, Gregory Crewdson. Luhring Augistine, New York, 2006.
No hay un alma en la ciudad. Las luces iluminan tentaciones de supermercados vacíos. En la periferia urbana, un automóvil abandonado, en un cruce, habla de alguien que corre, huye, persigue o es perseguido: y no tardará en caer, en un accidente, una trampa, una tumba, en la penumbra de un desierto urbano iluminado con luces de neón.
Gregory Crewdson, cuya obra última se expone en el Foto Museum de La Haya, habla de nuestra realidad íntima más inmediata: Hogares ardiendo, familias a la intemperie, caminos que no conducen a ninguna parte, rutas cortadas, hombres y mujeres contemplando el incendio, perdidos, etc.
Hay muchos otros rostros de Crewdson, cuya obra me seduce desde hace tiempo: Hitchcock, Crewdson: a la espera de un inquietante fin de semana. Su obra me sirve de ilustración imaginaria para algunas páginas personales: CJC y algunas heroínas de Truffaut, Fellini, Visconti y Billy Wilder.
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