MY. Copy Gallimard.
Que emoción tan profunda me embarga, cuando evoco mis primeras lecturas de Margerite Yourcenar, Feux… El único museo que la recuerda, en su tierra natal, está amenazado de muerte.
Yourcenar legó todos sus derechos de autor a obras y trabajos ecológicos. La Association des Amis du Musée Marguerite Yourcenar pide socorro financiero para poder mantener un modesto museo de melancólica historia. Hasta hoy, solo Brigitte Bardot ha enviado un cheque. Jean d’Ormesson intenta embarcar a sus colegas académicos en la búsqueda de una solución.
En verdad, Yourcenar huyó de Francia y de los franceses (no de la lengua francesa, su patria definitiva). Y solo volvió de tarde en tarde, incluso tras su ingreso en la Academia, una campaña victoriosa de Jean d’Ormesson, justamente. Ella había huido, para instalarse en un solitario paraje de la costa Este de los EE.UU., donde se refugió con el gran amor de su vida.
“Seamos subversivos..”, decía ella: “Soyons subversifs. Révoltons-nous contre l’ignorance, l’indifférence, la cruauté, qui d’ailleurs ne s’exercent si souvent contre l’homme que parce qu’elles se sont fait la main sur les bêtes. Rappelons-nous, s’il faut toujours tout ramener à nous-mêmes, qu’il y aurait moins d’enfants martyrs s’il y avait moins d’animaux torturés, moins de wagons plombés amenant à la mort les victimes de quelconques dictatures, si nous n’avions pris l’habitude des fourgons où les bêtes agonisent sans nourriture et sans eau en attendant l’abattoir”.
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