Escaldados por catastróficas experiencias históricas, los intelectuales franceses son muy remisos a comentar públicamente sus simpatías políticas, pero ejercen como nunca una influencia importante en un terreno capital: los programas concretos de los grandes candidatos a la jefatura del Estado, Ségolène Royal y Nicolas Sarkozy.
Cuando todavía existía la figura arquetípica del “intelectual comprometido” (Sartre, Aron, etc.), era de estricta obediencia el pronunciamiento sobre todo lo divino y humano. Pero ningún partido político de izquierda y derecha hubiera considerado sensato incluir en sus programas electorales las ideas de Sartre o Aron. Hubo ejemplos clásicos de intelectual comprometido e integrado, o disidente (Malraux). Pero fueron minoritarios.
La campaña de las presidenciales del 2007 confirma una metamorfosis profunda, comenzada el 2002, cuando Jacques Chirac hizo suyo un concepto sociológico elaborado por intelectuales de izquierda (Marcel Gauchet y Emmanuel Todd): la “fractura social”. Hoy, la “ruptura con 25 años de demagogia de izquierda y derecha” que sirve de cimiento a la campaña de Nicolas Sarkozy, es un concepto elaborado por Nicolas Baverez. Y la “democracia participativa” de Ségolène Royal es un concepto establecido por Pierre Rosanvallon y los animadores de la Fundación Saint-Simon.
EL FILÓSOFO MÁS POPULAR DE FRANCIA
Ni Baverez ni Rosanvallon han citado jamás, en público, los nombres de Sarkozy y Ségolène. Pero son sus ideas, expuestas en libros académicos, las que alimentan la batalla política en curso.
Hay muchos otros intelectuales influyentes, apenas ocultos tras las bambalinas de la caravana electoral. El filósofo más popular de Francia, Luc Ferry, cuyos libros se venden por centenares de millares, incluso ha tenido la “osadía” de participar en alguno de los debates públicos organizados por la Unión por un Movimiento Popular (UMP), el partido de Sarkozy. Y ha sido el presidente de la Asociación internacional de sociología, Michel Wieviorka, quién ha invitado a Ségolène a dar un “nuevo impulso” a su campaña, a la vista de unos tropiezos devastadores.
En 1983, Max Gallo, crítico literario, novelista, portavoz del primer gobierno de unión de la izquierda, del primer gobierno Mitterrand, publicó en Le Monde un legendario artículo, denunciando el “silencio de los intelectuales”. Ante la primera gran crisis del socialismo francés, tras su conquista del poder, por vez primera, desde el Frente Popular, Gallo denunciaba una “deserción” histórica.
METAMORFOSIS DEL INTELECTUAL
Veinticuatro años más tarde, el antiguo “intelectual comprometido” ha sufrido muchas metamorfosis, que habían comenzado con los ya ancianos “nuevos filósofos” que rompieron con el marxismo. Hoy, figuras históricas de la izquierda filosófica y anti autoritaria, como André Glucksmann, se “atreven” a confesar que prefieren a Sarkozy y critican el arcaísmo de Ségolène.
Glucksmann no ha dicho su última palabra, ha matizado su posición y tiene algunas reservas contra Sarkozy. Pero su crítica de Ségolène y el PS es de una pureza radical. A su modo de ver, el “aparato” socialista es víctima de peligrosos ataques de arcaísmo cínico y burocrático.
El caso de Luc Ferry quizá sea más sintomático. Quizá por vez primera, en muchas décadas, uno de los filósofos y pensadores más influyentes de Francia se ha hecho famoso atacando de frente las posiciones del conservadurismo socialista, el arcaísmo comunista. No está solo: el crítico literario más influyente e internacional de Francia, Marc Fumaroli, se hizo célebre hace años denunciando a las nuevas oligarquías burocráticas que colonizaron hace años el Estado “cultural” para degradar la cultura a través del marketing ideológico.
[ .. ]
PS. Es motivo de alegría para el autor de este blog que la prensa generalista y de pago retome, con dos días de retraso, ideas avanzadas en este cuaderno personal. ¡Si alguna vez tuviesen la honradez de recordarlo..!
Estimado Quiñonero,
tu blog se va a convertir, ya lo es de hecho, en una herramienta fundamental y un referente indiscutible para seguir los próximos meses de la política y la cultura francesa.
Un saludo
Santiago,
¡Menudo compromiso..!
La política tiene una lógica que no siempre tiene mucho que ver con la cultura. Y viceversa.
Dicho esto, intentaré esmerarme. Vaya usted a saber que se me ocure o no se me ocurre. Nobody is perfect,
Q.-