La crisis de Kosovo ilustra de la manera más trágica el sonambulismo diplomático europeo, víctima de las llamaradas étnicas, religiosas y culturales, precipitando sucesivos baños de sangre.
Desde la creación de Yugoslavia en 1919, Berlín, Viena, París, Londres, Moscú, han intentado proteger a sus cambiantes peones, en un mosaico de pueblos, culturas y religiones, víctimas de la demagogia y el recurso a la violencia armada para imponer “soluciones” siempre transitorias.
Las mismas potencias europeas se disputaron de manera poco gloriosa su volátil influencia en la formación de nuevos Estados, durante el inconcluso proceso de desmantelamiento de la difunta Yugoslavia. Kosovo es el penúltimo acto de la tragedia.
El Kosovo actual es el resultado de los bombardeos de la OTAN de 1999, sin mandato de la ONU, imponiendo a Serbia una paz armada que impidió la proliferación de guerras étnicas. El nuevo proyecto de la ONU pudiera interpretarse como una victoria solapada del antiguo Ejército de Liberación de Kosovo (UCK): la independencia inconfesable, violando las promesas de soberanía serbia.
Tras las bambalinas de las negociaciones que precedieron, se prolongaron y continúan tras la paz marcial impuesta a Serbia, Berlín, Viena, París, Londres y Moscú ocultan hoy sus mortecinos rostros sonámbulos, encomendándose a los buenos oficios de la ONU, ausente y sonámbula durante la guerra de Kosovo del 99. A la paz ensangrentada sigue un simulacro de soberanía limitada, de inquietantes consecuencias: el irredentismo étnico impone la violencia de sus criterios de purificación, violando un derecho internacional que Europa no ha respetado, cediendo a las tentaciones que finge condenar: el uso de la fuerza sin mandato jurídico, la traición de los principios que se dice defender, dejando al descubierto su indiferencia hipócrita hacia las víctimas de sucesivas y odiosas purificaciones étnicas.
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Amargo consuelo, el Times (3 febrero 2007) de Londres comparte mi pesimismo: A flag and an anthem for Kosovo… and new fears of conflict in Europe.
Cronología del Times: Conflict in Land of the Churches
● Ethnic Albanians make up 90 per cent of Kosovo’s population, but Serbs consider the territory to be an important religious, political and historical centre, calling it Kosovo-Metohija (“land of the churches”).
● In the 13th Century the Serbian Orthodox Church moved to Pec, in western Kosovo, and Serbia’s political centre of gravity shifted to Kosovo, which was then majority Serb.
● A century later the Muslim Ottoman Empire annexed the territory. Turkish and Albanian immigration followed, and with it the destruction of many churches. A steady outflow of Serbs began, culminating in the Patriarch of Pec fleeing to Serbia in the 17th century.
● The region changed hands several times in the early 20th century, before being subsumed into Yugoslavia.
● In 1993, after the breakdown of communism, the separatist Kosovo Liberation Army began operating, and Belgrade started vicious reprisals which would precipitate the 1999 Nato bombing campaign.
● After Nato’s defeat of Serbia the UN assumed authority over Kosovo, organising multi-ethnic elections and policing the region with 16,000 troops.
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