Carmen Laffón. Racimos de la viña sana. Adela VI. Dibujo al carbón, 2001-2002. 26 x 19.5 cm. Galería Rafael Ortiz.
Lunes de Pascua. De repente, es una evidencia que han florecido las macetas de las ventanas de nuestra casa, que está vacía, ya que C., JF., PJ., Buck e Inés se han ido, [mezclando memoria y deseo, removiendo turbias raíces con lluvia de primavera], y la luz que entra por todas partes anuncia la llegada de algo, o de alguien, que está ahí: me vasta cerrar los ojos y recordar esa silueta de un alma gloriosa.
CL, Homenaje a Murillo II. 1983-1984. 45,5 x 32,5 cm. Carbón papel. Galería Rafael Ortiz.
La Viña de Carmen Laffón habla de la Resurrección, en todo su glorioso esplendor, que Josep Carner había evocado con sucinta precisión: “La sang… trasmudant en vi”. La sangre de la viña y la sangre del hombre regando las misma tierra virgen, sin cesar renacida, cada primavera, consumado el sacrificio y la comunión de los vivos y los muertos, unidos en los Campos Elíseos de la memoria, a través el carboncillo y las palabras, evocando la intacta silueta de los difuntos con el fulgor de una luz que todo lo ilumina con sus dones.
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