Tras una comida muy agradable, H* me reprocha amistosamente el “tono amargo” de mi reflexión sobre la profanación de los muertos, al filo de la actualidad cainita. “¡La cosa viene de muy lejos..!”, le digo sin disculparme ni intentar convencerlo, caminando entre los castaños del bulevar St. Germain.
De vuelta a casa, abro el paquete que me llega de Sevilla con dos libros que llevaba años buscando. El primero, El tema de España en la poesía española contemporánea (Revista de Occidente, Madrid, 1964), es una magnífica antología de José Luis Cano, que tanto sabía. La abro al azar, y su Parte tercera comienza con siete citas que no me resisto a copiar:
Señor, ¡por los nuestros pecados non destruyas a España!
Poema de Fernán González
¡Ay dulce y cara España,
madrastra de tus hijos verdaderos,
y con piedad extraña
piadosa madre y huésped de extranjeros!
Lope de Vega
Triste España sin ventura
Juan del Encina
El descuido de España lloro porque el descuido de España me duele
Feijóo
Aquí yace media España; murió de la otra media
Larra
España, aparta de mí este cáliz
César Vallejo
Salí del llanto, me encontré en España
Miguel Hernández
Joaquín says
FE
¿Existe España? Pruebas
de su existencia -dicen-
son guitarra y olivo,
toro, vino y clavel.
La supe en el recuerdo,
pero el recuerdo es aire
y no se ve aunque siempre
el pecho lo respire.
Porque de ti estoy lejos,
tanto, España, que ignoro
si te he visto o inventado,
en ti creeré lo mismo
que el ciego en la luz, lleno
de sospechas más bellas que la luz.
Manuel Mantero, «Poemas exclusivos» (1967-1971)
JP Quiñonero says
Joaquín,
REPOSA, ESPAÑA
Amor limado contra tanta losa
como contra una piedra una navaja.
Amor que día a día así trabaja.
Campo de soledad. Cielo de fosa.
Pretendemos hacer a España hermosa
cual trabajar en nuestra propia caja
de muerto. ¡España que en la luz se cuaja
como en sepulcro funeral! Reposa.
Reposa, España. Todos reposemos.
Oh blanca tumba entre la luz sumida.
Blanca luz de la muerte que bebemos
a diario. No de muerte, no de vida;
de amor de ti nos envenenaremos,
España del amor, patria extinguida.
Carlos Bousoño
maty says
Ambos,
BLANCO DE ESPAÑA
Escribo la palabra libertad,
la extiendo
sobre la piel dormida de mi patria.
Cuántas salpicaduras, ateridas
entre sus letras indefensas, mojan
de fe mis manos, las consagran
de olvido.
¿Quién se sacrificó por quién?
Tarde llegué a las puertas
que me abrieron, tarde llegué
desde el refugio maternal
hasta el lugar del crimen,
con la paz aprendida
de memoria y una palabra pura
yerta sobre el papel atribulado.
Blanco de España, ensombrecido
de púrpura, madre y madera
de odio, olvídate
del número mortal, bruñe y colora
los hierros sanguinarios
con las ciegas tinturas del amor,
para que nadie pueda recordar
las divididas grietas de tu cuerpo,
para escribir tu nombre sobre el mío,
para encender con mi esperanza
la piel naciente de tu libertad.
José Manuel Caballero Bonald (Las horas muertas, 1959)
Luis Rivera says
Como no lo tengo a mano, lo presté este domingo pasado, citaré de memoria. Dionisio Ridruejo preparó unas magníficas «Crónicas del Rey Don Pedro» extraidas de las crónicas del Canciller. En ellas facilitaba la lectura suavizando el castellano antiguo lo justo.
Hay una narración de la conquista de Toro por las tropas de don pedro. Allí está su madre Leonor y el alcaide de la plaza, hombre notable y noble, enfrentado a su rey por razones de vesanía criminal. Doña Leonor le dice al verlo, cuando lo van a conducir al tajo unas palabras que insisto, cito de memoria, pero muestran de donde viene ya el tema, y tengamos en cuenta que no se cita a españa pues no existía:
«Así es Castilla, encumbra a sus hombres y luego los extermina».
JP Quiñonero says
Maty, Luis,
CON TAN FURIOSO AMOR
[ .. ]
… déjame
repudiarte
con tanto amor
como te grito
ahora: bendita
seas porque no
me has dejado quererte,
JM Caballero Bonald
LAS MUERTES DEL REY DON PEDRO
[ .. ]
Y la Reina Doña María, madre del Rey, cuando vio matar así a estos Caballeros, cayó en tierra sin ningún sentido como muerta, y con ella la Condesa Doña Juana, mujer del Conde Don Enrique. Y desque la Reina cayó estuvo en tierra gran pieza, y después levantárosla y vio los Caballeros muertos en derredor de sí, y desnudos, y comenzó a dar grandes voces maldiciendo al Rey su hijo y diciendo que la deshonrara y lastimara para siempre y que ya más quería morir que no morir.
Vuelta a Toro y represión. Crónica del Canciller López de Ayala.
Luis Rivera says
Q, la memoria juega malas pasadas, y he confundido el nombre de la reina con el de doña Leonor de Guzman por la precipitación y la ausencia de la fuente. La frase si la requerdo en su sentido. En cualquier caso es un bue principio para tanta vesanía posterior, ¿no crees?
JP Quiñonero says
Luis,
Evidente. Son cosas “reciamente hispánicas”, que decía Ridruejo, con sorna.
Otro dato a no olvidar… el Canciller era de Álava… pero no recuerdo que escribiese en euskera; aunque si parece bien documentado su puesto capital en la historia de la más alta prosa castellana…
Q.-
Luis Rivera says
Era maestro en el castellano. La influencia norteña, de toda la cornisa, en la historia de Castilla es notable. Naturalmente la nueva historia afirma que eran pactos entre señores, nobleza y reyes que no tenían en cuenta al pueblo llano. Pues bien…
maty says
Quiño, Luis
España toda aquí, lejana y mía,
habitando, soñada y verdadera,
la duda y fe del alma pasajera, alba toda y también toda agonía.
Hermosa sí, bajo la luz sin día
que me la entrega al mar sola y entera:
campo de la serena primavera
que recata su flor dulce y tardía.
España grave, quieta en la esperanza,
hecha del tiempo y de mi tiempo, España,
tierra fiel de mi vida y de mi muerte.
Esta sangre eres tú y esta pujanza
de amor que se impacienta y acompaña
la fe y la duda de volver a verte.
Dionisio Ridruejo (Cuadernos de Rusia, 1944)
JP Quiñonero says
Maty,
Aquí yace media España, murió de la otra media.
Fígaro
Luis Rivera says
Curiosamente, Ridruejo, al que hemos mencionado estos dos últimos días, fué desterrado después de su defección del Régimen a Sant Cugat del Vallés, donde yo vive 10 años. Allí se le recordaba como una persona cuya visión de Cataluña había cambiado notablemente durante su permanencia que fué de varios años. Su estancia allí marcó la visión de España de Ridruejo, pasando a comprender algo de los problemas de la la periferia.
maty says
Juan Pedro
NO TE ADUERMAS
Las dos de la mañana.
Canta,
un gallo, otro gallo
contesta.
El campo
de mi patria reposa
bajo la media luna.
Oh derramada España,
rota guitarra vieja,
levanta
los párpados
(canta
un gallo) que viene,
llena de vida
la madrugada.
Blas de Otero (Que trata de España, 1964)
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La biografía de Dionisio Ridruejo da para un buen libro y una buena película. Pero «el cine español» está por otras cosas, viendo la realidad, interpretándola siempre del mismo y sectario prisma.
Meses atrás, C33 de Televisió de Catalunya emitió un largo documental sobre su vida. Interesantísimo.
JP Quiñonero says
Maty,
¡Ay España, tu hermosura
Que de llantos acarrea!
Jaime Gil de Biedma
maty says
CANTO A ESPAÑA
Oh España, qué vieja y qué seca te veo.
Aún brilla tu entraña como una moneda de plata cubierta de polvo.
Clavel encendido de sueños de fuego.
He visto brillar tus estrellas, quebrarse tu luna en las aguas,
andar a tus hombres descalzos, hiriendo sus pies con tus piedras ardientes.
¿En dónde buscar tu latido: en tus ríos
que se llevan al mar, en sus aguas, murallas y torres de muertas ciudades?
¿En tus playas, con nieblas o sol, circundando de luz tu cintura?
¿En tus gentes errantes que pudren sus vidas por darles dulzor a tus frutos?
Oh España, qué vieja y qué seca te veo.
Quisiera talar con mis manos tus bosques, sembrar de ceniza tus tierras resecas,
arrojar a una hoguera tus viejas hazañas,
dormir con tu sueño y erguirme después, con la aurora,
ya libre del peso que pone en mi espalda la sombra fatal de tu ruina.
Oh España, qué vieja y qué seca te veo.
Quisiera asistir a tu sueño completo,
mirarte sin pena, lo mismo que a luna remota,
hachazo de luz que no hiende los troncos ni pone la llaga en la piedra.
Qué tristes he visto a tus hombres.
Los veo pasar a mi lado, mamar en tu pecho la leche,
comer de tus manos el pan, y sentarse después a soñar bajo un álamo,
dorar con el fuego que abrasa sus vidas, tu dura corteza.
Les pides que pongan sus almas de fiesta.
No sabes que visten de duelo, que llevan a cuestas el peso de tu acabamiento,
que ven impasibles llegar a la muerte tocando sus graves guitarras.
Oh España, qué triste pareces.
Quisiera asistir a tu muerte total, a tu sueño completo,
saber que te hundías de pronto en las aguas, igual que un navío maldito.
Y sobre la noche marina, borrada tu estela,
España, ni en ti pensarías. Ni en mí. Ya extranjero de tierras y días.
Ya libre y feliz, como viento que no halla ni rosa, ni mar, ni molino.
Sin memoria, ni historia, ni edad, ni recuerdos, ni pena…
…en vez de mirarte, oh España, clavel encendido de sueños de llama,
cobre de dura corteza que guarda en su entraña caliente
la vieja moneda de plata, cubierta de olvido, de polvo y cansancio…
José Hierro (Quinta del 42, 1952)
Visto en: Ciudadanos en la Red España es poesía (07): José Hierro