Francia, en la encrucijada, 3
El futuro presidente o presidenta de Francia solo podrá ser elegido con el voto muy significativo de la extrema derecha o la extrema izquierda. Tres candidatos de extrema derecha y seis candidatos de extrema izquierda suman en total el 28 o el 29 % de los votos nacionales. Esos extremismos encarnan a una Francia que quiere “romper” con el sistema y son el reflejo de una nación inquieta por su identidad, hostil a Europa y los EE.UU., hostil al liberalismo económico, nostálgica de la “revolución”, social o nacional.
A la extrema derecha, Jean Marie Le Pen (13 %), Frédéric Nihous (1.5 %) y Philippe de Villiers (1.5 %), suman un 16 % de intenciones de voto, en la primera vuelta, con tendencia a la alza. Ningún candidato conservador puede ser presidente sin el voto de esas extremas derechas, semejantes pero distintas.
Le Pen es una figura histórica. Demagogo, populista, orador temible, él contribuyó a la elección de François Mitterrand (1981) y fue el primero en utilizar los temas de las derechas nacionalistas: identidad nacional, peligro de la inmigración, xenofobia nacionalista, coqueteo con las ultra derechas de origen neo nazi o neo fascista.
Sin embargo, los electores de Le Pen son muy otra cosa. El Frente Nacional (FN, extrema derecha) es el partido francés que tiene más obreros entre sus electores. El antiguo voto popular, comunista, se transformó en voto de extrema derecha durante los años ochenta del siglo pasado. Hoy, votan extrema derecha obreros poco o nada calificados, pequeños empresarios amenazados, franceses con pocos recursos que viven en barrios de grandes ciudades con mucha población árabe, negra o inmigrante
DEL COMUNISMO DE GUERRA A LA ECOLOGÍA
Frédéric Nihous y Philippe de Villiers encarnan muy otra forma de conservadurismo extremo. Ellos defienden los valores tradicionales (religión, patria, bandera, etc.) que en otro tiempo defendían los notables conservadores de provincias.
A la extrema izquierda, Olivier Besancenot (4 %), Marie France Buffet (3 %), Arlette Laguiller (2.5 %), José Bové (2 %), Dominique Voynet (1 %) y N. Schivardi (0.5 %) suman un 12,5 o un 13 % del voto nacional. Se trata de un capital electoral muy modesto, víctima de la división, pero indispensable para la candidata socialista, Ségolène Royal.
Se trata de extremas izquierdas que han olvidado o intentan ocultar sus orígenes, con una implantación relativa entre los funcionarios más modestos y los jóvenes con menos formación. Bensancenot, Laguiller y Schivardi son candidatos de tres grupúsculos trostkistas. Nadie recuerda lo que representaba Leon Trostksi (el comunismo de guerra) pero ellos intentan adaptarse a los nuevos tiempos, denunciando los estragos del gran capital, el liberalismo salvaje, etc.
La candidata comunista, Mme. Buffet, está al frente de un partido sin obreros que dice defender a los obreros. Desde hace años, el PCF es el primer portavoz de los sindicalistas profesionales, los funcionarios con ingresos más modestos.
A la izquierda ecologista, Bové y Voynet intentan representar al movimiento “anti mundialista”, con un resultado más que modesto. Juntos o divididos, no consiguen que nadie les haga gran caso. Sus electores son jóvenes mal integrados, jubilados ecologistas, profesores de instituto con inquietudes anti capitalistas, sindicalistas extraviados en la ecología anti liberal.
REVOLUCIÓN SOCIAL O NACIONAL
Esos extremos sociales, a la izquierda y la derecha, tienen en común varias características muy paradójicas: son el reflejo de una Francia que quiere “romper” con el sistema, pero no tiene representación parlamentaria; una Francia que sufre y se siente marginada, pero no tiene quien la escuche. Aislados, son dolientes archipiélagos de contestación y protesta permanente. Juntos, suman entre el 28 y el 29 % del electorado nacional. Varios millones de franceses sin otro rumbo que la “ruptura”, sin esperanza ni horizonte conocido.
Gonzalo Rodríguez Prieto says
Me recuerdas enormemente, sobre todo en la última frase, qué estoy viendo en España ahora. Un país sin rumbo ni esperanza. ?Es posible que desde los reyes católicos Caína no haya conocido esperanza? Me temo que tras dictaduras, repúblicas y monarquías varias, ahí estamos, sin proyecto de país y perdidos…
Nobody´s perfect!
Gonzalo
JP Quiñonero says
Gonzalo,
Nobody..
Q.-