Francia, en la encrucijada, 5
Sea cual sea el resultado final de la campaña en curso, Ségolène Royal, socialista, y Nicolas Sarkozy, conservador, habrán modernizado el paisaje político nacional, francés, liberando a las derechas y las izquierdas de viejas rémoras y arcaísmos, que todavía tienen una fuerza perversa.
Por vez primera desde 1965, el candidato conservador se presenta como candidato conservador, defiende valores conservadores, está orgulloso de defenderlos. Incluso consigue que escritores, ensayistas, filósofos, universitarios e historiadores, tradicionalmente de izquierdas apoyen activamente su candidatura.
Por vez primera en la historia política de Francia, una mujer, socialista, aspira con posibilidades de éxito a la presidencia de la República. Incluso ha liberado a su Partido de las hipotecas de antiguas alianzas con el PCF y otras izquierdas, para poder defender un proyecto inconfesablemente socialdemócrata.
Tras la desaparición del general de Gaulle y de Georges Pompidou, Valery Giscard d’Estaing consideraba un insulto ser calificado de conservador. Por su parte, Jacques Chirac fue elegido por vez primera con temas de izquierda reformista, parar ser reelegido con los votos de todas las izquierdas, tras la eliminación del candidato socialista, Lionel Jospin.
GIROS CONSERVADORES
Ante tal historia política inmediata, Nicolas Sarkozy es el primer candidato conservador, desde de Gaulle, que ha hecho campaña conservadora abiertamente, sin tapujos, con un cierto orgullo en la defensa de valores conservadores tradicionales, convencido en lo bien fundado de tales principios.
Contra todo pronóstico, Sarkozy recibió el apoyo inmediato de intelectuales tradicionalmente a la extrema izquierda, la izquierda o el centro reformista. André Glucksman, antiguo maoísta, fue el primero en apoyar su proyecto. Max Gallo, antiguo portavoz de un gobierno socialista, ha sido uno de los inspiradores intelectuales de su campaña. Luc Ferry, el filósofo más famoso de Francia, hace campaña a su favor. Max Fumaroli, el más importante de los críticos literarios franceses, tampoco oculta sus simpatías.
A la izquierda, desde 1945 a 1981, el PCF fue la fuerza hegemónica, en detrimento del PS. Entre 1981 y 1997, el PS o sus candidatos a la presidencia, nunca pudieron “liberarse” de la alianza comunista, con diversos nombres (“unión de la izquierda”, “izquierda plural”, etc.). Por vez primera desde 1971, Ségolène Royal ha liberado a su partido de la vieja alianza comunista y ha conseguido liberarse ella de la antigua tutela de los “elefantes” (la vieja guardia socialista), imponiendo su proyecto de “democracia participativa”.
ENEMIGOS ÍNTIMOS
La ruptura de Ségolène con los elefantes y la ruptura de Sarkozy con las derechas tradicionales son ideológicas y generacionales, con muchos inconvenientes.
Los enemigos más invisibles y temibles de Sarkozy están en su propio campo: son los conservadores próximos a Jacques Chirac. Personalidades y electores “a la vieja usanza” que sienten callado pánico por la “ruptura” prometida por Sarkozy contra 25 años de demagogias de izquierda (Mitterrand) y derecha (Chirac).
A la izquierda, los peores enemigos de Ségolène se encuentran ocultos entre las calladas huestes de Lionel Jospin y Laurent Fabius (ex primeros ministros, ambos). Claude Allege, amigo de Jospin, ministro de educación socialista, cuando Ségolène era secretaria de Estado, ya ha anunciado que la desprecia intelectualmente. Por su parte, los amigos de Fabius, antiguos partidarios “no” contra el proyecto de Tratado constitucional europeo, han desertado de la campaña, y esperan que Ségolène se estrelle.
Sea cual sea el resultado final, Ségolène y Sarkozy habrán cambiado y quizá modernizado durablemente el paisaje político nacional. A la derecha, Sarkozy ocupa todos los terrenos, candidato, líder, renovador y protagonista del cambio generacional. A la izquierda, la suerte política de Ségolène se juega en la primera vuelta. Si vence ese obstáculo, todas las esperanzas personales serán posibles. Si cae prematuramente, se anuncian pavorosos ajustes de cuentas.
maty says
Excelente artículo periodístico.
Mucho me temo que las nuevas generaciones de periodistas sean incapaces de seguir tu estilo/estela.
maty says
Pregunta
Gane quien gane ¿crees que serán capaces de rectificar la pésima gestión de la economía francesa de este cuarto de siglo? Mi opinión es que no.
Envidio la capacidad de Alemania de unirse en un gobierno para afrontar la reestructuración de su economía, aparcando las diferencias ideológicas. Mientras tanto, en Francia, Italia y España la ideología se antepone siempre al bien común, en cualquier campo. Y no es sólo cuestión de los políticos, también de los súbditos -perdón, ciudadanos, al menos en la sociedad española, tan sectaria, cainita y carente de valores «sólidos».
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Nota: este finde volveré a habilitar la edición enriquecida en los comentarios, amén de algunos retoques en WordPress. Que nadie se asuste si ve cosas raras.
JP Quiñonero says
Maty,
NO tengo NI idea.
Desconfío por principio de Todos los políticos. Por sus obras los conocereis…
Q.-