La segunda vuelta de la elección presidencial francesa tiene desde 1981 una dimensión esquizofrénica muy profunda: parte de los electores de extrema izquierda votarán al candidato conservador el día del voto decisivo; y parte de los electores de extrema derecha ya han anunciado que votarán a Ségolène Royal, con el fin de intentar “humillar” a Nicolas Sarkozy.
En 1981, François Mitterrand fue elegido con parte de los votos conservadores de Jacques Chirac y Jean Marie Le Pen, viejos enemigos personales de Valery Giscard d’Estaing.
En 1988, Mitterrand fue reelegido con parte del voto de extrema derecha. El presidente socialista había cambiado la legislación electoral (1986) para favorecer la entrada de la extrema derecha en la Asamblea Nacional.
En 1995, Le Pen no pudo evitar la elección de Chirac, pero si consiguió eliminar al candidato socialista, Lionel Jospin.
Ante el voto decisivo del próximo 6 de mayo, los mejores estudios de opinión pronostican el mismo comportamiento esquizofrénico de parte de los electorados extremistas. En esta ocasión, hay tres tipos de posible esquizofrenia: la extrema derecha que vota a la candidata socialista; la extrema izquierda que vota al candidato conservador; y el voto centrista que se divide entre la izquierda y la derecha, casi a partes iguales.
RELACIONES PERVERSAS
Según los análisis muy matizados de Ipsos y CSA, entre un 39 y un 54 % de los electores que votaron Baryou (centrista), en la primera vuelta, votarán Sarkozy en la segunda. Los mismos estudios afirman que un 45 o un 46 % de esos mismos electores votarán a Ségolène finalmente.
A la extrema izquierda, los electores de Olivier Besancenot (4.11 %) se dividirán de manera irregular: un 59 % votarán a Ségolène, un 4 % votarán a Sarkozy, y otro 37 % se abstendrán.
A la extrema derecha, los electores de Le Pen (10.51 %) son los más temibles, por numerosos e imprevisibles. Según Ipsos, un 60 % de los electores extremistas votarán Sarkozy en la segunda vuelta. Pero un 19 % votarán a Ségolène y otro 21 % se abstendrán.
FANTASMAS MANICOMIALES
Aritmética, política, social y culturalmente, las derechas han sido muy mayoritarias en la primera vuelta. La debilidad significativa de las izquierdas ha sido palmaria. Sin embargo, el vencedor o vencedora de la segunda vuelta tendrá que resolver varios problemas paralelos: evitar la abstención en su propio campo, manteniendo la presión movilizadora; e intentar frenar la “hemorragia esquizofrénica” tradicional.
Hay un núcleo duro, conservador y socialista, que votará a su propio campo, Sarkozy o Ségolène, sean cuales sean los argumentos del adversario. Entre ese electorado estable, Sarkozy lleva a Ségolène una ventaja de varios puntos, quizá determinantes.
Sin embargo, es tradicional que el voto final se juegue en un pañuelo de uno o dos puntos del electorado nacional. Un punto de abstención adversa, un punto de voto esquizofrénico, un traspiés en el duelo final, y la campaña se pierde en las últimas 48 horas. Le Pen eliminó a Jospin, hace cinco años, por menos de un millón de votos. La victoria final de Sarkozy o Ségolène tendrá previsiblemente un margen relativamente semejante.
Sarkozy y Ségolène tienen dos semanas cortas para convencer a los electores más o menos racionales. La abstención y el voto esquizofrénico son fantasmas igualmente inquietantes, por imprevisibles.
Luis Rivera says
Reconozaco la dificultad de seguir esa aritmética que trata de adivinar los comportamientos. Tratar de adivinar tiene una vertiente inútil («estamos locos»), naturalmente, y otra vertiente de fortuna personal:( «ya os lo dije»)
Yo ni pienso, espero a las dos semanas de plazo para la Segunda Vuelta. Entonces, amigo Q…, me sentaré a escuchar: «se veía venir».
JP Quiñonero says
Luis,
Llevas toda la razón del mundo.
Hay una cierta «crueldad mental», por mi parte: si cuento todas esas minucias en detalle es para intentar salir al paso del rudimentario ideologismo con el que la cosa electoral se vende de mala manera en Carpetovetonia. Nobody is perfect,
Q.-
Persio says
Si me permites, Q., la asociación socialismo-fascismo (o, digamos, extrema derecha) más que esquizofrénica resulta histórica. El uno proviene del otro.
Y creo que Le Pen obtenía mayoritarimente sus votos en los barrios obreros.
Luis Rivera says
No he sido bien interpretado, creo que estás cerca de la perfección (con matices, claro).
Mi comentario no se refería a tu aritmética, reflejo de la realidad que percibes. Se refiere a la necesidad social, a través de los medios de comunicación, de convertir la elucubración de sobremesa en noticia de primera plana.
Convertidos en expertos de aritmética electoral, cada cual en su actual sobremesa, refleja la encuesta del periódico que lee. Desaparece pues, el propio conocimiento y también la intuición o la proyección del deseo como vía natural de vaticinio, por la mención a la artimética que han hecho los otros.
Dios me libre de crítica, maestro.
JP Quiñonero says
Luis, Persio..
Luis,
Anda, anda…
Persio,
Hombre… NO acabo de coincidir… NI en la cosa histórica ni en lo inmediato: sorry.
En la cosa histórica… NO entraré para no ir demasiado lejos.
En lo inmediato, entre los socialistas franceses, Ségolène es la que menos usa la palabra socialismo. Ella oscila entre el marketing y la terapia de grupo. «Robespierrette» y «Zapaterreur» la llaman irónicamente la gente de la izquierda caviar. Le Pen… es un demagogo populista, brutal e inquietante, por momentos… el fascismo/nazismo fueron algo Más brutal, Más atroz, Más criminal, etc. También habría que distinguir entre el demagogo, sus ejecutivos y sus electores. Al margen de una minoría de ultras abominables, los votantes de Le Pen son obreros con poca formación, jubilados con muy baja jubilación, etc… que esa gente vote a quien quiera… es algo que, en Francia, en la segunda vuelta de cada elección presidencial, viene ocurriendo desde 1981, por lo menos…
Nobody is perfect,
Q.-