Leo con doce horas de retraso un implacable análisis de Marcos Taracido:
“Y el resto de la sociedad no percibe la magnitud del problema: no advierte la destrucción lenta y paulatina de la Educación, la construcción de ciudadanos sin recursos, irresponsables, inmaduros intelectualmente y sin destrezas para afrontar la crudeza de la vida socio-laboral; una Educación asentada en lo insustancial, la banalidad y la laxitud de la exigencia, y que sigue creciendo en unos despachos empapados ¿en el mejor de los casos de buenismo social y utopías tan alejadas de la realidad que no parecen existir amortiguadores para la caída”.