Les Commentaires, 1978, Jean Dubuffet. Fondation JD
Discusión con C* sobre la defunción de las vanguardias artísticas, descarríos del arte contemporáneo. Decido ir rescatando viejos textos de crítica.
JD, ante su obra
¡ACABEMOS CON LA RAZÓN! ¡DELIREMOS..!
[16/09/01 19:38:46] La gran retrospectiva (1) del centenario de Jean Dubuffet (1901-1985) quizá sea la mayor y más completa exposición consagrada nunca al patriarca fundador del arte bruto, por la importancia sin precedentes de la obra presentada (más de 10.000 trabajos, más de 400 cuadros) y por las revelaciones que se ofrecen, presentando, por vez primera, la prehistoria de la obra de artista, los dubuffet, originalmente figurativos, anteriores al artista que decide romper definitiva y radicalmente con el arte, con la cultura, con los museos, para embarcarse en una inquietante aventura de revocación de concepto mismo de arte y cultura.
Tras haber seguido algunos cursos de pintura, seguidos de sucesivas rupturas, viajes a Argentina, consagración de muy diversos oficios, incluido el de comerciante de vinos, de la tradición familiar, Dubuffet decide romper definitivamente con todo en 1944, en una Francia ocupada, donde él toma la ruta de un arte bruto que él definiría de este modo: “Entiendo por arte bruto las obras ejecutadas por personas indemnes de toda cultura artística”. Adiós, pues, a las artesanías donde se había fundado el gran arte, durante siglos. Dubuffet solo le interesan, a partir de entonces, las obras de artistas cuyos temas, materiales, ritmos, formas de escritura «de su propio fondo personal y no del arte clásico o el arte a la moda».
Formado, originalmente, en la estela de Masson (que influye en su primera obra figurativa, que tiene mucho en común con el primer Rothko), con una producción que, por momentos, parece estar muy próxima del expresionismo vienés y alemán, a partir de los años cuarenta, a Dubuffet solo le interesan lo que se pinta en los hospitales psiquiátricos, en los muros de la periferia urbana o los retretes subterráneos. El Louvre, dadaismo, surrealismo, vanguardias y retaguardias, abstracción y figuraciones, son enterradas en el panteón de los cementerios profanados. A Dubuffet solo le interesa el apocalipsis: “No hay arte sin embriaguez. ¡Una embriaguez de locura!. ¡Acabemos con la razón!. ¡Deliremos!. ¡El delirio absoluto!. ¡Abandonémonos al delirio!. El arte es la orgia más apasionante al alcance del hombre”.
MENOS ARTE Y MÁS PSIQUIÁTRICOS
En verdad, Picasso lo había dicho casi todo, veinte años antes, dialogando con el joven Léopold Sédar Senghor: “Debemos continuar siendo salvajes”. Vasto programa. A partir de tal convencimiento, ¿que hacer con el Partenón de Atenas, la invención de la perspectiva, la Venus del espejo, o, incluso, los Desastres de la guerra? Cuco, Picasso no respetaba, ni mucho menos, su propio programa, a la moda. Artista que nunca pudo a ser artesano de ninguna disciplina artística, Dubuffet llegó a aspirar a la pureza del manicomio. ¿El Museo?: mucho menos interesante que los hospitales psiquiátricos, de donde rescata de obras realizadas, en la soledad sin fin de una celda. ¿El arte y la disciplina de pintar?: mucho menos atractivos que los graffittis rescatados, como joyas, en los urinarios públicos.
Esa es la historia agonal que reconstruye esta majestuosa retrospectiva, divida en una decena de capítulos, correspondientes a otras tantas etapas en las que pudiera dividirse, muy groseramente, la obra del artista: Prehistoria, Marionetas, Retratos, El Cuerpo de la Señora, Estatua de vida precaria, Celebración del suelo, Paris-Circus, L’Hourloupe, Teatros de la Memoria, No-Lugares… Obsesionado con su ruptura radical con la cultura y el arte, Dubuffet no dejaba de preocuparse por la evolución, la lógica, las rupturas y la continuidad de su obra, que los historiadores del arte catalogan como «arte bruto», sin que sea fácil establecer ni su paralelismo ni su distancia con la obra de otros maestros de su tiempo, como Pollock.
En verdad, cada uno de esos capítulos comienza como una ruptura con el capítulo anterior, siempre abandonado al desembocar en un callejón sin salida, pronto descubierto, al poco tiempo de revelarse como la anunciación siempre definitiva y para mañana aplazada. No es fácil reconocer en el autor de figuraciones expresionistas al creador de los últimos lugares. Y quien reconozca las figuras y estatuas de la serio L’Hourloupe no siempre podrá reconocer al retratista de imágenes profanadas, muy alejado, a su vez, del artista matérico que realiza obras, con alquitrán, que se funden, con un tufo muy desagradable, cuando sus coleccionistas las cuelgan no muy lejos de un radiador.
HOLLYWOOD Y LA FACTORIA ARTÍSTICA
Apocalíptico, muy pronto integrado en el mercado especulativo neoyorquino de los años cincuenta, Dubuffet fué el mejor teórico de su propio «arte bruto». Mientras los epígonos de las distintas escuelas de Paris se perdían sin encontrar la crítica que razonase sus obras, en el devenir de la historia del arte, cuando la Escuela de Nueva York encontraba sus profetas mejor autorizados, en la prensa crítica más selecta, Dubuffet sufrió de su compleja clasificación. Muy mal recibido en Paris, hasta que la cota financiera neoyorquina lo impuso de manera definitiva, a paso de carga.
¿Que queda de Dubuffet?… una cota nada desdeñable, suntuosas colecciones públicas y privadas, y su odio visceral contra todo tipo de escuela, cultura, clásica, vanguardista, museística o a la moda. Subversivos, dadaistas y surrealistas terminaron por sellar un armisticio inconfesable con la cultura. Vangurdistas, abstractos, “matéricos”, gestuales, performers, conceptuales, etc., etc., llegaron todos precedidos de teorías, movimientos y profecías dispuestas a facilitar su instalación en el mercado especulativo. En esos inmensos desiertos dorados, Hollywood terminó por convertirse en la más grande de las industrias artísticas.
Dubuffet parecía fascinado e hipnotizado por la cuca profecía picassiana: “Continuemos siendo salvajes”. Tal es el ruido y la furia de una página mayor y saturnal de la historia del arte contemporáneo.
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(1) JEAN DUBUFFET. Exposition du centenaire. Hasta el 31 diciembre 2001. Centre Pompidou. Paris.
Dubuffet Foundation
Le génie de l’art brut
Jean Dubuffet [Wikipedia]
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