La elección de Nicolas Sarkozy como presidente de la República francesa ha suscitado unos conciliábulos diplomáticos europeos en los que no parece participar el primer ministro español, JL Rodríguez Zapatero.
Sarkozy anunció la misma noche de su elección el proyecto de una posible Unión Mediterránea (UM). Pero la primicia de tal proyecto la tuvo Saad Hariri, líder de la coalición libanesa 14 de Marzo. Desde Roma, Romano Prodi se apresuró a saludar el realismo del proyecto Sarkozy de revisión del proyecto de Tratado constitucional europeo, paso previo a cualquier otra iniciativa europea de envergadura.
A las pocas horas de conocerse la victoria de Sarkozy, Tony Blair, primer ministro saliente, se apresuró a anunciar su visita personal a París, para discutir, en privado, con el nuevo presidente de Francia. Un día más tarde, Time, consagraba su portada y una docena de páginas a la posible “convergencia” de puntos de vista entre Sarkozy y Gordon Brown. A juicio del semanario norteamericano, el dúo Sarkozy-Brown pudiera estar llamado a modificar el rumbo de los negocios públicos europeos.
Por su parte, como estaba previsto, Sarkozy visitará a Angela Merkel el mismo día de su entrada en funciones, para insistir en la importancia de las relaciones París-Berlín. Desde hace días, Financial Times, en Londres, y Handelsblatt, en Dusseldorf, insisten en la convergencia entre Berlín, Londres y París, donde se impone el convencimiento, como en la Comisión europea de la urgente necesidad de abrir Europa a la mundialización, sacando a la UE de sus tortuosa burocracia institucional.
Está por ver hasta donde pudieran llegar tales convergencias, a geometría variable. Parece estar clara la ausencia de Rodríguez Zapatero en los movimientos de peones donde su juegan sensibles posiciones de poder e influencia continental; absorto el primer ministro español en sus tropismos vasco-municipales, muy alejado de la alta diplomacia europea.
Conviene echar una mirada a aquel momento en que España se salía de la foto de las Azores para fortalecer la alianza franco-alemana contraria a la guerra de Iraq. ¿Qué ha sido de esa alianza? Los alemanes eligieron a Merkel, los franceses a Sarko y los españoles nos hemos quedado en fuera de juego. Por no tener, no tenemos ni un político con «K» en quien depositar las esperanzas.
Gregorio,
Creo que solo somos (¿quienes?) grandes en la insignificancia, el odio, el rencor,
Q.-
Quiñonero, te ha quedado rednda la frase, pero demoledora. Querido amigo, es final de semana. Deja esa mala uva para los lunes, por favor…
Y ahora en serio. Vendrán tiempos mejores… tal vez…