Decíamos ayer… Sarkozy – Zapatero: ETA y UE, monedas de cambio. Hoy, nada me importaría firmar el análisis de Enric Juliana, dando al encuentro Sarkozy – Zapatero su verdadera y humillante dimensión.
La Vanguardia, 1 junio 2007
«Le Petit Napoléon» manda y reparte avales en Madrid
ENRIC JULIANAMadrid – Escribe Stendhal en la Vida de Napoleón, comentando la derrota de su amado emperador en la España hosca y africana: “Los españoles perdieron una ocasión que no volverá a presentárseles por el resto de los siglos. Aunque la nación española se sienta muy contenta en su estercolero, tal vez dentro de doscientos años logrará arrancar una constitución; pero una constitución sin más garantía que ese viejo absurdo al que llamamos juramento, ¡y sabe Dios, además, con qué ríos de sangre habrá de comprarla!”.
Stendhal escribió sus notas sobre Napoleón entre 1817 y 1837, de manera que aún no han transcurrido los terribles doscientos años. No se han cumplido aún, pero algunas cosas han pasado. España goza de una Constitución jurada: promulgada por el Rey en 1978. Los españoles discuten apasionadamente sobre la memoria de sus ríos de sangre, que, sabe Dios, han sido tristes y caudalosos. Y bajo los oropeles de una economía próspera se esconde más de un estercolero, inmune a las recientes elecciones municipales. Casi dos siglos después, otra constante stendhaliana se mantiene y Dios también lo sabe: el bonapartismo sigue magnetizando a España.
Le Petit Napoléon estuvo ayer en Madrid y repartió avales a derecha e izquierda. Nicolas Sarkozy encarnó perfectamente en el palacio de la Moncloa la superioridad estratégica de Francia sobre su dinámico vecino del sur. Fue generoso con el Gobierno y tuvo cariños con la oposición. Supo mandar.
Sarkozy ha conseguido que España -el país más importante de los que han ratificado el tratado constitucional europeo mediante referéndum- se olvide del pronunciamiento de su pueblo soberano y acate sin rechistar la iniciativa franco-alemana de una Constitución de mínimos. Así lo confirmó ayer el Príncipe de la Paz; no Godoy, el protegido de María Luisa de Parma, sino José Luis Rodríguez Zapatero: “Hoy nos
hemos conjurado para llegar a un acuerdo cuanto antes”. Europa exprés.Si, además de astuto, Zapatero fuese medianamente gaullista, es decir, nacionalista español, le habría dicho a monsieur le president: mire usted, los españoles han votado otra cosa y ello debe ser tenido en cuenta. No nos vengan ahora con prisas, después de haber perdido dos años por su culpa. Pero Zapatero no es gaullista y le aprietan los
cordones de los zapatos, sobre todo el del pie derecho.Atento al barullo hispánico, siempre hosco y africano, Sarkozy se los aflojó cortésmente (los cordones de los zapatos): dio garantía a Zapatero de que en la cuestión de ETA “los relojes de París y Madrid seguirán marcando la misma hora”; y llamó a la unidad de izquierda y derecha en la política antiterrorista, calificada, una y otra vez, de “cuestión de Estado”. ¡Cuestión de Estado!, cher ami José María Aznar.
Aire, aire, aire, es lo que ayer ofreció Le Petit Napoléon a nuestro atribulado presidente, a cambio de la conformidad española con la Europa prêt-à-porter.Y a cambio de otrosí: el liderazgo francés sobre el área mediterránea, mediante un artefacto que se llamará Unión Mediterránea, del que sólo sabemos dos cosas: que servirá para calmar el despecho de Turquía y que no tendrá la sede en Barcelona. Tres hurras por Sarkozy.
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