Antiguo novio ocasional de C*, la novelista famosa, P* se ha visto forzado a cambiar de vida: “Ella piensa que hay que tener dinero para ser deseable..”
“El poder embellece. Por eso es importante estar ahí”, me cuenta P* que afirma en público la ¿esposa?, ¿compañera?, de A*, su antiguo colega de infortunios profesionales, ilustrando ambas señoras unas tribulaciones que la obra de Cindy Sherman cuenta sin palabras, a través del espejo de la mujer convertida sucesivamente en muñeca deseable, solitario juguete inflable, máscara lúbrica, ángel o demonio pintarrajeado.
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